El seranu

Yeres: el pueblo donde nací

Entre higueras verdes de higos negros, chopos y castaños, que en el otoño quedan desnudos por la caída de sus hojas amarillas. Hacen colchones en los caminos, alfombras de colores por los que se puede andar descalzos. Enormes sabugos de flores blancas de olor a jazmín, zarzas y moreras enredadas, en las que crecen sus flores de colores.
Adornar y alegrar las veredas de los caminos crece su fruto, primero verde, y luego maduros, cuando de niña me rompía  el vestido, y lo pintaba de rojo del rico vino de las moreras subida por las paredes, no pasaba nada yo disfrutaba de lo que más me gustaba haciendo la cabra por paredes y árboles, buscando nidos de pájaros  que conocía a todas las especies, de bonitos colores todos diferentes.
No necesitaba nada más para ser feliz. Ni televisión, ni teléfono, ni tablet, ni juegos electrónicos que comen el coco a los niños de ahora, nada de eso. Crecí sana, no fui nunca al psicólogo no hacia falta. Había cosas más sanas, que te mantenía, el cuerpo activo sin pereza, corriendo por los campos y jugando con los otros niños.
Después de muchos años, y de andar por muchos lados, cuando necesito paz vuelvo a mi lugar, donde quedan pocos de los que amé; se han ido, pero sólo del pueblo no de mi corazón, los recuerdo sentados al fresco, todos amigos, sin malas miradas ni sonrisas falsas.
Por muchos años que pasen y pueblos que tenga visto, ninguno me gusta tanto cómo el mío. Aquí cargo las pilas, sin enchufes eléctricos no me hace falta, tengo lo que quiero mis chopos, mis higueras y mis moreras. Campos llenos de flores olorosas, y cargadas de mariposas. Pájaros de colores que con sus cantos me despiertan por la mañana, éste despertador me encanta.
Éste es mi pueblo. El pueblo dónde nací: Yeres.