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Rivales

Amanecía en las estribaciones del pico más alto de la cordillera, mientras sus habitantes se desperezaban para recibir al nuevo día.

En la pequeña villa de unos quinientos habitantes, en mayoría trabajadores del campo, mientras otros más reciente, trabajaban en una industria que estaba en auge que llevaba casi cien años creada.

Había como en toda población, familias de todo tipo, desde los ricos de siempre, a la denominada clase media y los más pobres, que componían el extrarradio y las zonas menos favorecidas.

Con un colegio grande y un instituto, donde aparte de los lugareños, accedían los pueblos pertenecientes a dicho ayuntamiento. Ya desde los primeros años de colegio, Rubén y Marcos fueron rivales. El primero hijo del secretario y una de las maestras del colegio. Por su parte Marcos, hijo del dueño del hostal del pueblo, que después de regresar con su esposa de años de duro trabajo de emigrantes, regentaban el hostal y restaurante que había en la villa. Rubén era alto, espigado, ojos azules y un pelo de color del trigo maduro. Simpático y con grandes dosis de caer bien. Por su parte Marcos, era de tez morena, ojos oscuros, robusto y algo más bajo que el primero. Callado, observador, generoso, amigo de sus amigos, si algo hacía siempre era con los cinco sentidos, de corazón.

Desde niños en el colegio, nació su rivalidad, cada uno con su carácter y personalidad, pero rivales. Los dos trataban de tener las mejores notas, destacando en asignaturas que les eran favorables. Marcos, era más reflexivo, no se le daba nada bien el ejercicio físico, pero memorizaba y tenía una gran comprensión en matemáticas y ciencias, estudiaba con ahínco, para tener buena nota. Rubén sacaba las mejores notas en gimnasia, era bueno con la pelota y no se le daba mal, las letras. Tenía buena cabeza, pero no le gustaba esforzarse.

Al ir creciendo fueron aumentando dicho problema. Por su lado Rubén, caía muy bien a las féminas, debido a su simpatía, y como no, a sus físico llamativo. Marcos por su parte, no buscaba tener a nadie a sus pies, solo a personas con las que hablar de tú a tú, discutiendo opiniones, respetando ideas y si algo le impresionaba, intentaba compartir sus sentimientos.

Cuando cumplieron la mayoría de edad, los dos lo celebraron con dos meses de diferencia. Marcos llevaba dos escasos meses a Rubén. Para la fiesta sus progenitores les compraron un coche, para que no se dijera. Al mayor de edad, sus padres le compraron un modelo Ford Escort deportivo, por su parte los de Rubén para no ser menos, un Golf gti. Los dos recorrían las calles de la villa y los pueblos cercanos, con la ventanilla bajada, luciendo brazo bronceado, acelerando y marcando algún que otro derrape.

Las compañeras de clase, con las que siempre estudiaron, fueron las que primero estrenaron sus bólidos. Rubén gustaba de aumentar las muchachas que viajaban en su auto. En cambio Marcos, procuraba llevar, a las que le interesaban, y si era posible evitar ser visto. Lo que acrecentó su rivalidad, fue la disputa de una joven, los dos estaban interesados en ella, algo a lo que la muchacha agradaba. En principio se sintió atraída por la simpatía de Rubén, pero al conocerlo mejor la atracción, fue pasando a decepción y como sabía que Marcos aunque callaba, también le interesaba, jugó a dos bandas, decantándose por Marcos. Ni que decir, que cuando Rubén se enteró entró en cólera, montando una bronca tremenda, en la cual llegaron a las manos.

El ofendido, juró matar a Marcos, si la joven se iba con él. Viendo el cariz que tomaban las cosas, los padres de la joven para calmar las aguas, la alejaron del pueblo, internándola en un colegio lejano a casi mil kilómetros de la villa. Ella, protestó por la decisión tomada, pero no tuvo opción. Mientras los dos muchachos encontraron un poco de calma. Se odiaban, y en una pequeña población se veían casi a diario, sin si quiera proponérselo a nada que salieran. Hartos de no poder soportarse, acordaron hacer una carrera, por una calle de las afueras donde se ubicaba un montón de naves de talleres y alguna pequeña empresa. Cuando los demás durmieran ellos y sus fieles seguidores, harían la carrera. Él que ganara, se llevaría a la chica que estaba en el internado. Él perdedor, aceptaría su derrota y dejarían de estar siempre a la gresca. Todo esto sin contar con la interesada.

Calentaron motores, y a eso de las cuatro de la mañana, cuando sus habitantes dormían, ellos dos y sus más cercanos, estaban en la parrilla de salida. En cada auto iban tres y el conductor aceleraron y después de un trecho a la par, el Golf avanzó unos metros dejando al Ford algo más retrasado. Aceleró este último poniéndose de nuevo a la par. Estuvieron así unos minutos de camino, y cuando el Golf, volvió a adelantarse, de repente, el auto saltó por los aires, despidiendo a dos de sus ocupantes, en minutos comenzó a salir humo. Momento que los del segundo coche bajaron y trataron de ayudar a sus enemigos, mientras unos auxiliaban a los despedidos, los otros dos incluido Marcos, fueron a intentar sacar a los que permanecían en el auto. Los ocupantes del coche siniestrado estaban inconcientes. Aunque no es aconsejable sacar a los atrapados, en un coche, si no es por personas preparadas, en esté caso, debido a la humareda le sacaron con rapidez, pues el auto no tardaría en arder.

El copiloto que acompañaba a Rubén había fallecido, el piloto, mantenía el pulso, pero estaba inconsciente. Cuando llegaron los servicios médicos certificaron la muerte del acompañante del Golf, mientras el piloto y uno de los despedidos, estaban muy mal. El cuarto, tenía algunas lesiones, pero leves. Marcos se dio cuenta horrorizado, de su estupidez. ¡Hasta donde les había llevado su rivalidad!.

Dos meses después del accidente, Rubén y los otros se recuperaron. A éste le quedó una leve cojera y unas cicatrices que afeaban su rostro. Llegado a este punto, y mientras pasaba los días en el hospital, se fue haciendo consciente, preguntándose: ¿Si la manía que experimentaba con Marcos era para llegar a esos límites?. La joven a los que ambos cortejaban, cuando regresó del internado, no quiso saber nada de ninguno.

Hoy son dos personas que aunque no son buenos amigos han sabido dejar atrás esa rivalidad y conformarse con su camino. Aunque en más de una ocasión un ligero cosquilleo, unas bocanadas de ira, ponga en alerta su estado.