Desde mi ventana
Desde los tiempos de Raúl Guerra Garrido, esta tierra ha vivido una auténtica revolución. Tal vez fuese el acicate sus palabras, pues aunque queda mucho por hacer, estas hermosa comarca ha visto, como esa evolución que en otras partes de nuestra España, eran reales aquí se resistían a cambiar.
No hace falta dar muchos pasos pues en cada casa, si no eran unos u otros todos emigraban, a lo largo de nuestra geografía y a otros muchos países extranjeros. Esta sangría de gentes ha hecho que muchos de estos lugares tengan, una población mermada y la mayoría gente mayor. Aunque de unos años a esta parte debido en gran medida al sector de la pizarra, y a unas infraestructuras acordes con los tiempos, son más los que se quedan en los pueblos. Bien es verdad que debido a la orografía del terreno, no son unas avenidas sus carreteras, pero volviendo la vista cuarenta años atrás, el cambio es sustancial.
A principios de los años ochenta, los habitantes de esta zona pudimos ver como el teléfono llegó, aún siendo un único teléfono público. Las estrechas carreteras de tortuosas curvas, se las adecentó con un nuevo firme y algunas otras se ensancharon o se hicieron nuevas. Ya eran bastantes numerosas las canteras de pizarra, pero estaban ubicadas más en Cabrera baja, pero a partir de esos años, ya abrieron nuevos yacimientos también en Cabrera alta.
Rara es la montaña que no está horadada o cuenta con escombreras, el paisaje se ha deteriorado mucho, lo mismos que sus ríos de aguas cristalinas, pero también gracias a estas explotaciones sus gentes, han tenido un trabajo a la puerta de su casa y un desarrollo que de otra manera sería nulo. Como dice el refrán” no hay pros sin contras, y para tener unas cosas hay que renunciar a otras.” Casi todos los pueblos, contaron con un consultorio médico aunque en algunos fuera una o dos veces por semana. Los pueblos más grandes y céntricos contaban con él todos los días.
Tiempo después, ya en los noventa casi todos tenían teléfono en casa y los más privilegiados aquellos primeros móviles que parecían ladrillos. Los públicos fueron desapareciendo, no teniendo razón de existir. Que decir de la arquitectura, única de estas tierras, que en muchos de sus pueblos sigue prevaleciendo, y en otros tratando de conseguir que prevalezca, ya que es el legado, que nos han dejado nuestros mayores, para nosotros dejar a nuestros hijos.
Quiero recordar aquí a un señor de Odollo, llamado Gerardo, hace años fallecido con el que tuve el gusto de charlar muchas veces, y me comentaba, con gran humor que la primera vez que llegó allí un coche, concretamente un “Land-Rover” que todos se juntaron en la plaza, rodeando al vehículo, y sin dejar de observar, alguien hizo un comentario, y decía: «mira Muisés ese caballo corre más que el tou, y ñon come tanta yerba, pero tira un fumu que ñon me gusta ñada». Hoy son muchos de esos modelos de coches los que te encuentras en sus carreteras, sobre todo al amanecer y por las tardes, ya que son los que transportan a numerosas personas que trabajan en las explotaciones de pizarra y acuden de esos pueblos y de localidades aledañas.
Estos pasados años de crisis, las canteras han sido el revulsivo en esta zona e incluso en el Bierzo, donde son muchos los que trabajan en ellas. A día de hoy, en todas las localidades hay unas comodidades que no hace mucho eran inviables, y aún que queda mucho por hacer, es maravilloso volver a nuestros hogares sentir esa paz y tranquilidad, que tanta falta nos hace. Recordar a los que no están y nos precedieron y agradecer a los que trabajaron por el bien de estos lugares, dejando su huella en esta nuestra patria chica, nuestra querida Cabrera
Fotografía: Archivo de fotografía y documentación histórica de Cabreira (León)