El seranu

Nochebuena

Se acercaban las fiestas Navideñas, mientras Ana pensaba ya cansada, que otro año, tendría que preparar menús, y aposentos para los que por estas fechas regresaban.

Desde hacía ya unos tres años, con la marcha de su progenitor, deseaba cambiar las cenas y comidas navideñas, ya que mientras sus padres vivieron, se juntaban allí, y ella ayudaba siempre a su madre, pues era la que se había quedado en el pueblo. Con eso de que era la mayor, los demás no colaboraban en casi nada. No sabía si por dejar a sus padres seguir con la tradición, ó por comodidad. El caso es que los años posteriores, cuando su padre se trasladó a vivir con ella, acudían a su casa, a celebrar las fiestas, como si fuese el lugar elegido.
El año siguiente del fallecimiento paterno, como hacía poco que había sucedido, no creyó prudente no celebrar las fiestas juntos, pero ahora tres años después, no daban muestras de dejarlo, ni de cooperar.
Ana, hubiese deseado, que en cada Navidad fuese uno el que se hiciese cargo de las fiestas, para no cargar siempre al mismo, pero aún así no se atrevía a decir nada y todos daban por hecho que sería en su casa.

Este año, se sentía si cabe más cansada, hacía tiempo que no hablaba con ninguno de sus hermanos, y estos tampoco la habían llamado.
Pensó para sí, que lo ideal sería celebrarlo con su marido y sus tres hijos, además a ella las Navidades no le gustaban mucho, y menos desde que sus padres no estaban. la mujer creía que su vida era un larga monotonía donde todo era igual año tras año, nada sucedía que fuese gratificante.
Aún así cavilaba, los manjares que prepararía, por sí nada daba muestras de cambiar.
Los hermanos de ambos, que vivían en la capital, tampoco daban señales de vida, por lo que se sintió más animada si ellos no acudían.

Faltaba una semana, y no había noticias de los de la capital. ¡Era raro!, pero harta ya de ser siempre la que cargaba con el trabajo, no se molestó en llamar.¡ La cena sería menos cansada, pensó!.
Como no hizo visos de llamar por nadie, harta de siempre lo mismo, fue su esposo el que intrigado, por falta de noticias, llamó. La información que recibió fue pésima por lo que Ana, no dijo nada.

De la parte de Ana; la hermana no acudiría, porque su esposo estaba en el hospital. El hermano, con trámites de divorcio, su esposa se había marchado con otro, dejando a sus hijos, al cuidado del padre y sin su presencia.
Por la parte del marido, tampoco vendría su única hermana, pues al hijo pequeño, le habían diagnosticado un cáncer linfático, y estaba recibiendo tratamiento.

La mujer, después de las noticias, se sintió más culpable todavía, pues no sabía nada de ellos, desde el verano y no hizo nada por saber. Debido a lo incómodo de la situación, no hizo nada por ponerse en contacto con ellos.
Bien es verdad, que los otros, tampoco dieron muestras de contactar con ella, por eso nadie, sabía de nadie.

Llegó la Nochebuena, e intentaron celebrarlo en familia ellos cinco. En la mesa había amplia variedad de alimentos, y aunque estaba bien llena faltaba la luz que lo inunda todo, la compañía y el amor de sus familiares.
Como los demás no era posible que estuviesen, para celebrar el año Nuevo intentó por todos los medios convencer a su hermano, para que les acompañara. Después de un largo rato de contar sus cuitas y no sin dejar de insistir, quedó el venir con sus dos hijos.
Al llegar, vio las caras tristes que portaban, y se prometió a si misma en aliviar esa tristeza.
Se reunieron todos alrededor de la mesa, comieron, celebraron y hasta hubo algunas risas. Luego hablaron largo rato, mientras los jóvenes recién llegados se fueron a celebrarlo con sus primos.

Ana abrió su corazón y sacó todo lo que de antes no se atrevió a decir, pidiendo disculpas por ello. Su hermano, le dijo:
Te entiendo Ana, pero como nunca lo comentaste todos creíamos que así lo deseabas.Y lamento que te hayas sentido así. Mira, si algo no se desea, no se hace, se habla y ya está, nunca te calles.

Ella por su parte añadió:
Siempre me he quejado de que todo lo tengo que hacer, y que mi vida es aburrida, desde hoy no voy a volver a quejarme, ni a decir que mi vida es aburrida, prefiero vivir así sin sobresaltos, y con la compañía de todos, que la tristeza, que este año hemos pasado.
No hay nada mejor que la compañía y el amor de la familia, si dios quiere para la próxima Nochebuena, seré muy feliz, si estamos todos. ¿Tú que opinas?:
Claro que si Ana, la Compañía y el Amor es el mejor antídoto para todo.