Individualistas
No hace ni tres décadas en la mayoría de las poblaciones pequeñas, la gente se ayudaba, sin ánimo de recompensa. Casi todas las puertas de las casas y anejos estaban sin cierre, nadie se llevaba nada, tan solo alguno que otro que ya se tenía catalogado y todos conocían. Esos amigos de lo ajeno, como todos sabían de su afición se le tenía controlado, y aunque alguna vez sisasen algo, al estar todos atentos, tenían que ingeniárselas para sacar algún provecho.
Las puertas de las viviendas estaban entornadas, si algún vecino, necesitaba algo acuciante, no tenía más que empujar la puerta y coger lo que se necesitase, cuando el propietario llegaba a su morada se le informaba de lo cogido, para devolverlo en cuanto se hubiera servido de ello.
Hoy sin embargo, eso se ha acabado, bien porque esas generaciones, están ausentes, o porque cada vez se es más individualista, y para creernos a salvo y protegidos, se levantan cierres y vallas entre casa y casa, saliendo del perímetro de los hogares, dentro de un auto, con las verjas eléctricas, sin necesidad de bajarse para cerrar, y aunque se esté al lado, de otros vecinos, igual pasan semanas y no sé ve, ni se habla con los más cercanos.
Los pequeños si hay alguno, juegan cuando les queda tiempo debido a la cantidad de actividades extraescolares y lo que los dispositivos electrónicos le dejan. Apenas se ven chiquillos corriendo detrás de una pelota por las calles, ni el vocerío que se preparaba en sus carreras al escondite. Si alguno está, no se oyen, absortos detrás en una pantalla, cada uno en su casa y a lo suyo. Tan solo se rompe la tranquilidad y la quietud, con el paso de algún auto y los pocos gallos que quedan en los gallineros. La monotonía diaria de quien está cada día alejado de los núcleos más grandes de población y el adiós de los pocos que optaron por quedarse.
Cada vez somos más individualistas, y el que tenemos al lado, es como un desconocido, se le saluda cuando se encuentra y nada más. No hay tiempo o no queremos tenerlo, para interactuar o cambiar impresiones con los vecinos, y a veces nos sorprendemos, cuando a alguien cercano, le ha pasado algo grave estando solo, y nadie se da cuenta hasta pasado un tiempo, luego decimos y nos lamentamos de lo poco que compartimos con ellos.
Personalmente, que he vivido parte de esa vida en los pueblos, me cuesta mucho no poder tener un trato más cercano, pero a veces sin querer, cerramos la puerta a cualquier acercamiento con los vecinos. Se ha mejorado mucho en calidad de vida, pero en las relaciones humanas creo que hemos perdido bastante, y es triste, pues no hay nada más gratificante, que ayudar y saberse correspondido. Tal vez hemos ganado cosas, bienes, propiedades, pero hemos perdido, lo más importante el amor y la relación con los que nos rodean. Se es más feliz con la compañía y la complicidad de los semejantes, sentirse escuchado, querido e importante, es el mejor regalo que podemos dar.
Y no olvidemos, que juntos nada es imposible.