El seranu

Galletas de vainilla y un vaso de Butano

Cuando mira hoy a sus nietos, viendo la abundancia que poseen, llegan a su mente recuerdos, casi olvidados, de lo poco que poseía en sus años de infancia.

Las golosinas, eran un privilegio para muchos, la mayoría comía algún caramelo en los días de fiesta, el resto de las jornadas del año, simplemente no había.
Hoy los pequeños, ya están hartos de todo, ni caso le hacen a los simples caramelos, ahora son más de los dulces que promocionan las pantallas.

Antes, piensa ella…. Los caramelos eran para fechas señaladas, a no ser que alguna de las abuelas de la vecindad, con buena voluntad y algunas perrillas sobrantes, comprase para regalar a los niños.
Las chocolatinas, el no va mas! Ella las probó solo una vez, cuando fue de visita un familiar , venido de las Américas. Ese día comió unas cuantas, que le supieron a gloria. Las que sobraron su madre con buen tino, las guardó y en los días especiales se las regalaba. Si les hubieran dejado libertad para comerlas, ese mismo día las hubiese acabado, pues solo rememorarlas, se le hacía la boca agua. Cuando se acabaron muy a su pesar, le costó olvidar aquel riquísimo sabor.

Atrás quedó el recuerdo de las chocolatinas, ahora a lo que podía aspirar los domingos, era un pequeño vaso de una bebida de color naranja, parecida a un zumo con burbujas llamada “Butano” y un paquete de “Galletas de vainilla”. Dicho paquete costaba de otros paquetitos más pequeños, con cuatro galletas cada uno. Con lo que el dueño de la tienda -bar de su pueblo, repartía según el límite de propina que cada uno tenía.

A veces, aunque trataba de cerrarlas bien con una goma, para el domingo siguiente ,ya se habían reblandecido, pero como no había otra cosa, estaban buenas.
Todos querían que el paquete se abriese para ellos, eso significaba que iban a estar más crujientes. Con el paso de los días ya no era lo mismo.

Ella, aunque tuviese dinero , procuraba conformarse con eso, y no gastaba, no buscaba otra ración de galletas, ni otro vaso de Butano. Procuraba ir guardando, para en los días de la gran fiesta, tener ahorrillos, y permitirse probar de las novedades, que en los festejos llegaban.