Romance de Navidad
Por entre las altas cumbres
Y las pendientes laderas
Baja despacio la noche
Parándose en la arboleda.
Llega al plácido valle
Hasta la última aldea
Los habitantes contentos
Celebran la Nochebuena.
Las calles se van quedando
oscuras y solitarias
mientras aúlla el viento
Que baja de las montañas.
Al lado del pequeño río
Arriba a media ladera
En un claro del bosque
Las campanas toquetean.
Son las que anuncian las horas
Dentro de los gruesos muros
Están llamando a silencio
A los que se creen puros.
En la oscura abadía
Un monje se halla orando
Es noche, de Nochebuena
Con fervor, está rezando.
Al cabo de un buen rato
Ve entrar por la ventana
Una luz de un lucero
Que todo lo alumbraba.
¿Qué es ese lucero
Que todo lo ilumina?
¿Aunque es noche cerrada
Parece que sea día.?
Es una estrella del cielo
Que viene a alumbrar
La noche de Nochebuena
A los que la quieren celebrar.
¡Que raro!, suspira el monje
¡Si hoy no se ven estrellas!
Tan solo copos de nieve
Que cubren ya la ladera.
De nuevo comienza el monje
A recitar el rosario
Primer misterio, segundo…
Las cuentas se van pasando.
Con la llegada del cielo
De la estrella luminiscente
Los misterios se confunden
El monje, parece ausente.
Aún no asoma el día
La nieve sigue bajando
Ya llega hasta las aldeas
Cubriéndolas como un manto.
Y por la senda empinada
Que llega a la abadía
Un niño de pocos años
Camina con alegría.
Lo siguen los pajaritos
Cantando sus lindos trinos
Se apartan las alimañas
dejándole paso al Niño.
Los cantarines arroyos
Bajan veloces al río
El viento de las montañas
Anuncia un día frío
El niño mira los muros
De la oscura abadía
El monje en la ventana
No cree lo que veía.
Apenas se da la vuelta
El niño está a su lado
¡Caramba musita el monje!
¿ Dime como has entrado?.
El niño sonríe al verle
El monje queda parado
Francisco, hoy es mi día
Dime; ¿Qué mes has regalado?.
Hoy es Navidad gozosa
Siguiente a Nochebuena
Y hace ya muchos lustros
Que me alumbró una estrella.
Francisco, vuelvo a decirte
¿Qué aguinaldo me dejas?
Te dejo, lo que te guste
Que encuentres en esta celda.
Ya sabes que he hecho mis votos
De castidad y pobreza
¡Que más quisiera yo darte
que una inmensa riqueza!.
Francisco, te has olvidado
De de la más valiosa ofrenda
Aquella que está escondida
y pocos creen que tengan.
Regálame tus trabajos
Enfermedades y penas
Y ese corazón triste
De dudas y de condenas.
Francisco, repite el niño
¡Si tienes un gran tesoro!
El alma que te dio Dios
El padre, que tanto añoro.
El monje dubitativo
No sabe que contestar
Apenas se da la vuelta
El niño ya no está.
Mirando por todos lados
Rebusca toda la estancia
El Niño se ha marchado
quedando allí, su fragancia
Se asoma a la ventana
Y por la empinada senda
El niño va muy despacio
Deseando que él, comprenda.
La huella que va dejando
En la nieve inmaculada
Son rojas gotas de sangre
Por los hombres derramada.
Apenas pierde de vista
Al Niño ladera abajo
El monje casi de golpe
Parece estar recordando…
Perdóname Niño mío
Lo poco que puedo darte
Si quieres toma mi vida
Esclavo soy, para amarte.
También te regalo mi alma
Que es lo más importante
Primero Tú me las dado
Es tuya, desde este instante.
Al terminar sus plegarias
Bajando de las colinas
Se oye un canto majestuoso
De procedencia divina.
Gloria a Dios en las alturas
En la tierra haya paz
Y en los corazones solos
Amor y felicidad.
El monje que ha escuchado
La angelical melodía
tropieza y cae de bruces
Llorando de alegría
Y por todos los rincones
No se deja de escuchar
Amor en los corazones
Y en el mundo reine la paz.