El seranu

Dormir al raso

Con la llegada del estío, en todas las casas de las aldeas, se preparaban para recoger lo sembrado.
Los centenares y trigales, en las tierras más elevadas, estaban a punto de cosecharse y las gentes de los lugares, se afanaban en recoger los granos que más tarde sería el alimento de humanos y animales.
El centeno, con sus tallos más largos que el trigo, y las espigas más largas curvadas hacia el suelo, anunciaban una buena cosecha. A veces, estas espigas tenían un hongo llamado Cornezuelo, de componentes alucinógenos, que algunas personas compraban para luego vender a industrias farmaceúticas aprovechando los componentes.

El trigo, de tallos más cortos y gordos, presentaban unas espigas más cortas y fuertes.Si el año era bueno, las espigas se doblaban hacia el suelo, igual que el centeno, por la cantidad de granos.
Los habitantes de las zonas sembradas, a primera hora ya merodeaban por los sembrados para cortar el cereal, bien, con maquinaria o manualmente. En los primeros, las grandes extensiones requerían maquinaria y el trabajo, era más llevadero. Por el contrario, en los pequeños minifundios del ámbito rural,era más trabajoso. Desde bien temprano, cuadrillas de jornaleros segaban manualmente el cereal que más tarde era llevado a las eras. En los hogares humildes, eran los que habitaban la morada,quienes realizaban la faena, en casi todos los pueblos, eran la mayoría.

Cuando había una gran parte segado, los que también hacían el trabajo de atar, dejaban sus hoces y se ponían a la labor, de atar las mieses, mientras el resto de la cuadrilla seguía cortando el cereal.
Para el trigo se torcía paja húmeda que hacía de cuerda. A estas ataduras se les llamaba, Billortos, Bilortos, Bincallos,Billuertos, etc. En el centeno, eran los mismos tallos del cereal, sacadas de los manojos o montones, con las espigas. A esa labor se le denominaba, “sacar grañuela”. Tanto del trigo, como el centeno se amontonaban las mieses en gavillas, y luego se formaban montones más grandes llamados manojos. Éste trabajo de extender la paja para atar, era el oficio de los más jóvenes o niños de la casa, tenía que tener la Grañuela sacada, o los Bilortos extendidos en el suelo, para ir colocando las gavillas, que juntas harían un manojo.

Cuando los terrenos estaban alejados de las poblaciones, para no tener que ir andando, y antes de amanecer volver del mismo modo,se les llevaba de comer a las cuadrillas. Éstos después de breve lavado se sentaban a la cena y pasaban la noche entre las haces, al raso, para empezar a primera hora.En el medio del cereal amontonado, se notaba menos el rocío previo al amanecer, que enfriaba el cuerpo.

Después de eso era acarreado a las eras donde se amontonaba , para luego hacer la Maja, Malla, o Trilla, donde eran sacados los granos, para ser llevados a molinos, donde ya salía la harina mezclada con el salvado, que luego había que Cernir o pasar por un Cedazo, separando la harina fina del salvado más grueso.

Por suerte, en la mayoría de las poblaciones con pequeñas extensiones eso ha quedado obsoleto. Ya no se ven cuadrillas, ni casi sembrados. No es rentable, además de costoso, donde las máquinas, no puedan sustituir a las personas.

También, los terratenientes de las aldeas, en época de segar la hierba, solían hacer lo mismo. Los prados que estaban cercanos a las brañas, o sierras, eran segados más tarde, por la altitud, durmiendo al raso como en el cereal para aprovechar la jornada.Éste heno era de mejor alimento y calidad para el ganado, incluso no tenía tanta polvareda como el de las zonas más bajas.

Ahora los lugares con menos terreno, y en zonas de difícil acceso, han dejado de trabajar la tierra, proliferando malezas por doquier, casi todo en barbecho, combustible fácil, para grandes incendios.

Y como recitaban los ancianos por si las mieses no estaban bien secas: Pasó Santiago, pasó santa Ana, sino secó, secara.