El seranu

Visita a los cementerios

Cuando se acerca el día uno de noviembre, casi en ningún lugar, incluso en aldeas pequeñas, la mayoría de los familiares visitan los camposantos, para honrar a los familiares fallecidos.

Rara es la sepultura que no se viste de gala en estas fechas, aunque el resto del tiempo se mantengan con una decoración aceptable.
También hay una minoría que están casi abandonadas, bien porque no tengan familia, creencias religiosas o porque las rencillas y las malas interpretaciones del pasado, no se hayan sabido perdonar. La persona que queda, a veces no olvida el agravio y deja sin visitar a su familia.

Bien es verdad que las flores y la decoración se pone de cara a la galería. En la mayoría de los casos, bien por no ser menos y no estar en boca de todos.
Hay una pequeña parte de sepulturas en cada cementerio, que en fechas de Todos los Santos, siguen abandonadas, bien por haberse quedado solos, porque nadie se acuerde de ellos, o por un sin fin de motivos. Y a pesar, de no ser obligatorio, cuando topas con algo así, es como si algo te removiera por dentro, y no se dejase de preguntar; ¿Qué motivos habría o habrá para que estén tan abandonadas?.
Quizás suena a cursi, pero ver abandonada y vacía de flores una lápida, parece que te deja descolocado.

Siempre hay personas generosas y desinteresadas, que llevan un poco más de flores de las que necesitan, para colocar, aunque sea solo una pequeña parte de estas, en ese lugar olvidado, para sentirse mejor y que no desentone con las demás.

La inmensa mayoría de los cementerios, y en casi todas las fosas se van manteniendo las visitas regulares, ampliadas un poco más, por el día de los Santos y Difuntos.

Por estas fechas también eran famosos los Magostos, y el peregrinar de las santas Campañas. Éstas últimas traían a los niños en vilo, pues en cada zona se trataba de que los pequeños, y los ya no tanto, fuesen temerosos y recordaran ese peregrinar.No faltaba tampoco quien dijese haberlo sentido en primera persona, o conocer a gente cercana que le había sucedido algún percance con ella. Se aprovechaba los Filadeíros, o los Seranos, para sacar a colación los relatos, y que los niños un poco más rebeldes y movidos, estuviesen un rato tranquilos.

La visita a los Camposantos cada vez son más esporádicas, porque los restos se incineran y guardan en casa o se esparcen en algún lugar, que los más cercanos conocen. Así no se le da trabajo a nadie, ni se obliga a los que se queden, a cumplir unos protocolos que no son a veces de buen grado.
Los peregrinajes de las Santas campañas seguirán existiendo, mientras haya niños a quien asustar, adultos miedosos, y siempre que siga habiendo alguien que las recuerde.