El seranu

Por el estío

Se acercaba la época de mayor bullicio en la comarca, la de más trabajo, calor y las jornadas de luz, que si se dejaban llevar por éstas, difícilmente conseguirían descansar lo necesario para afrontar la jornada siguiente, pero en las que se recolecta lo que durante el invierno, se consumirá tanto animales como humanos. Pasado casi el mes de san Juan para los labriegos (Junio) para las generaciones que todavía no dominan estos lenguajes de campo, ya casi toda la hierba está recogida, a excepción de praderías ubicadas en alturas ya considerables. En éstas últimas zonas, los primeras jornadas de Julio, se esta en pleno acopio del sustento de los animales. Aunque no siendo un puñado de ganaderos que apostaron por seguir, la mayoría de las poblaciones, no tienen casi animales a los que sea necesario cortar y amontonar el heno.
En tierras de ribera si el año era favorable, parte del cereal se cosechaba en la última semana de Junio y primeros de Julio, en las localidades de mayor altitud por las proximidades de Santiago y santa Ana. Que como bien dice el dicho (Pasó Santiago, pasó santa Ana, sino secó secara).
En la primera quincena de Agosto, los habitantes de las aldeas, tienen unos días más relajados. Dejando depositado el cereal en almacenes previos para ello. De las faenas grandes, casi no quedan, solo la recogida de patatas un poco más tarde. La labor de cortar y majar en cereal, en épocas pasadas era bastante agotadora y molesta, por tener que hacerla toda a mano. Hoy la maquinaria ha reemplazado el trabajo humano.

Tanto Julio como Agosto son meses por excelencia, del de regreso de nativos que durante todo el año están lejos de sus raíces, que un mes o quincena al año visitan a sus familias y su lugar de nacimiento. Allí llegan, con la ilusión de reencontrarse con las personas que les dieron la vida, les vieron nacer y jugar de pequeños, recordando cada pequeño rincón, guardado en su mente al que recurrir cuando la nostalgia agobia el corazón. La mayoría desea absorber todos los momentos de antaño y los que se han perdido desde su partida, rememorando lugares, situaciones, pero sobre todo… a personas.
También hay una pequeña minoría, que a su vuelta, tratan de hacer ver a sus compañeros y conocidos de infancia, que la vida les ha dado más de lo esperado. Intentando demostrar, que en su nueva residencia son nada menos que unos terratenientes. Pero al regresar se topan con que, lo que trataban de mostrar a los que no abandonaron el pueblo, es todo una futilidad, pues en el largo año antes de volver a sus merecidas vacaciones, viven resisando, sin permitirse el más mínimo capricho, para que en las vacaciones del siguiente año, puedan mostrarle a sus antiguos vecinos, que ellos lo han sabido hacer mejor, que los que se aferraron a la tierra, quedándose en el lugar donde nacieron. Acompañados de autos de gran cilindrada, e incluso, hablando en otro idioma, para mostrar al pequeño grupo que queda de sus antiguos convecinos, que han ampliado horizontes, hablando otra lengua que estos por no haberse ido del pueblo, no entienden.

Cuando llega Agosto rara es la pedanía que no se incrementa con los recién llegados, animando a las silenciosas aldeas, e incluso transportándolas a un pasado que se ha quedado lejano, donde cada casa estaba habitada por un grupo de moradores, que difícilmente hoy se encontraría.
La mayoría aunque a veces muy lejos, suelen llevar sus raíces en el corazón agradeciendo todo acto que sirva de ayuda, para no dejar en el olvido las épocas más esplendidas de sus lugares de nacimiento. Toda mejora que redunde en el beneficio de su amado pueblo, lo agradecen facilitando, su saber con gran generosidad.
Sin embargo, hay ese otro grupo, que no saben más que protestar argumentando otras ideas, ideas que ellos poseen y les beneficien, quejándose de lo que no sea afín a sus intereses e incluso poniendo trabas a todo lo que se haga. Tal vez no se hayan parado a pensar, que los que hace algunas mejoras, lo haga con su mejor intención, intentando beneficiar a todos, pero como personas humanas se equivocan, o mejor nos equivocamos todos.
Ellos tomaron en su día una salida que les pareció la más adecuada, aunque los que se quedaron tienen tanto mérito como los que se fueron, cada cual sabe lo que le ha costado cada nueva jornada, pero fue la decisión que en su momento tomaron, creyendo que sería lo adecuado en cada caso, lo que determinó en el momento que ahora tienen, ni mejor ni peor, solo éste. Pero como bien se suele decir, hasta el final no se conoce lo que puede ser mejor.
Nunca se debe olvidar que por muy alto que se suba siempre hay que bajar a poner los pies en tierra firme, y algunas veces, cuando se ha perdido la estabilidad , cuando uno quiere tomar tierra, resulta estrellado contra esta.
Siempre es mejor aportar un poco de generosidad de corazón, que un montón de criticas por muy constructivas que estas se crean.