Morín
A veces la realidad supera a la ficción con creces, eso es lo que se dice, en otras ocasiones, suele ser a la inversa o quedar igualadas.
A finales de la pandemia, en una localidad cercana a la capital berciana, un hombre dedicado al campo, tenía un perro llamado Morin, éste era de una raza Border Collie, con una mezcla de perro corriente, los llamados “Palleiro”, sin pedigree. Este can es muy inteligente, a pesar de no ser raza auténtica de Border Collie.
El dueño del animal, vive de la agricultura y lo que sus tierras producen. Posee un todo terreno para ir por caminos y encañadas, no aptas para otro tipo de vehículos, acompañado siempre de su fiel amigo. El perro no le pierde paso, si va a trabajar, se acomoda en el tractor, en los aperos, o lo que lleve, incluso a la carrera detrás de su dueño.
Uno de los días de faena, se le estropeó uno de los aperos de labranza, que necesitaba el tractor y acudió en su todo terreno, a un taller próximo, para solicitar el arreglo de dicho aparejo, con la compañía como no,de su perro Morín.
Al llegar al taller, el agricultor se baja del coche, también el perro. El dueño del taller, tiene dos hembras de Pastor alemán, una de las cuales andaba en celo, Morin nada más bajarse del todo terreno, salió como una bala en busca de las perras, dejando al amo, con sus problemas.
Estuvieron largo rato, intentando arreglar la pieza estropeada, mientras el cánido, estaba con las perras del dueño del taller sin acordarse del amo.
Cuando finalizó el arreglo de la pieza estropeada, el hombre del campo, salió en su coche, para terminar la faena sin acordarse de Morín.
Al llegar a su casa alejada del taller unos cuatro kilómetros, se da cuenta que el perro no viene. Quiere a todos sus animales, pero con el perro, tiene algo especial, es como alguien muy importante, un hermano, un familiar, un amigo, sin dudar coge su teléfono móvil, llama al taller, y dice:
¿Alberto, está ahí Morín?.
El aludido contesta, ¿Que Morín?
El que pregunta añade, Alberto; soy yo, «o da pieza do arau, y non me acordeí du perro»,¿Está ahí?.
El del taller, le formula: Espera, que voy a mirar donde las perras, si no no está. Cuando vuelve le comenta que efectivamente está con sus perras.
El dueño del can habla:
Alberto, “Ponme o perro a o teléfono”El aludido, no se cree lo que oye, y le comenta:
¿Qué, me estas vacilando? El propietario del can responde:
¡Sabes que non son de esos!, Tú, ponme u perro a o teléfono ¡Alberto está flipando! Subiendo el tono añade el agricultor; Alberto, ponme u perro,de un-a vez.
Alberto va donde el perro, mientras habla con el propietario del animal y le acerca el teléfono a la oreja de Morín, como le comenta su interlocutor. El propietario del animal dice:
“Morín pasa pa casa”. El perro al oír la voz de su amo, sale del recinto del taller a la carrera, se va como alma que lleva el diablo.
Aún no pasan ni quince minutos, el agricultor conecta de nuevo con el taller.
!Gracias tío¡; ya está aiquí u perro.”
Alberto anonadado, no sale de su asombro, y en voz baja comenta: ¡Lo que hay que ver!. ¡Menudo perro!.
Por unos días fue la comidilla del pueblo, y las risotadas de las reuniones.
Mientras tanto Morín, ajeno a los comentarios de los hombres, camina por el surco que abre su amo.