El seranu

El rincón de pensar

Con su primer hijo ya había sido difícil salir adelante, por la falta de oportunidades, que con otro en camino todo se acentuó.

Se había casado para salir de un hogar desestructurado, creyendo que la atracción que sentía por su pareja , era el amor que se describía en las novelas rosas que leía.

Al poco de nacer su segundo hijo, con tan solo veinte años, se dio cuenta que ese enamoramiento de los días primeros, se había esfumado. Salto del agua hirviendo para caerse en las brasas, como dice el refrán.

Dejó la casa de sus padres para darse cuenta, que ahora era todavía peor. El padre de sus hijos, nunca fue cariñoso ni atento con ella. Pasado el primer año, la vida en el hogar era un tedio absoluto, dejando a sus hijos en la misma posición que ella había sentido.

No quería dar la razón a quien le había dicho , que se precipitaba, que apenas conocía al que iba a ser su pareja, pero deseosa de buscar algo mejor, se lio la manta a la cabeza y no escuchó a nadie.

Ahora, con dos pequeños, que apenas se llevaban un año, con un trabajo de él con muchas horas, poco remunerado, ella sin poder acceder al mercado laboral, con los dos tan chicos, los problemas aumentaban.

Le era complicado llegar a fin de mes, los niños requerían cuidados que no siempre podían tener. Vivían en una vieja casita, en la que se iba buena parte del sueldo para caldearla.

La comida era siempre muy básica y barata. Dejaba para los niños lo mejor, repartiendo dos partes para el cabeza de familia, mientras ella se quedaba con una pequeña ración, alegando que no tenía hambre, pero aún así llegaba exhausta al final de la mensualidad. La ropa, el calzado, algún juguete, y gastos de otra índole.

Ella nunca compraba ropa, y a los niños les vestía con ropas de familiares, muy pocas veces conseguía comprarle algo nuevo y bonito.

Siempre se la veía triste y ausente, tan solo sonreía con los pequeños a los que adoraba. Deseaba, ir al “Rincón de pensar” como cuando era niña, a ver si se le ocurría alguna solución a su vida.

Cuando observaba a los niños dormir, estando sola daba rienda suelta a su dolor, lloraba a lágrima viva, para sacar lo que le agobiaba, pero por más que pensaba como de pequeña, no veía salida a sus problemas.

Cada día intentaba resisar en los gastos, pero pese a su esfuerzo, no conseguía ahorrar nada. Se sentía triste y desesperada, solo con la compañía de sus hijos. El amor que tanto había soñado, no estaba para ella, y las necesidades campaban a sus anchas en su hogar.

Como si fuese poco lo acontecido en su vida, su marido, dio en aficionarse al alcohol, pasar días sin venir a casa, llegar y tratarla con desprecio además de gastar el dinero que tanto necesitaban. Por eso no fue extraño, que un día que su hijo pequeño enfermó, teniendo que pedir ayuda a sus vecinos, ya que con la familia no tenía relación, cansada y agobiada, intentase lo más fácil, quitarse la vida, para acabar con tanto dolor, sin pensar en los pequeños.

Suerte que ese día, una vecina oyó llorar con desesperación a los niños , llamó y sin pensarlo, forzó una ventana, encontrándose a ella tirada en el suelo, mientras el mayor tiraba con fuerza de su madre y el más pequeño, alertado por los lloros de su hermano, viendo que nadie venía en su busca también se puso a llorar. La vecina llamó al hospital, haciéndose cargo de los niños.

Para cuando vino el padre, ella, había recuperado la consciencia , después de hacerle un lavado de estómago.
Intentó quitarse la vida con mezcla de fármacos. En esos momentos que vio la muerte de cerca, supo lo que tenía que hacer.

A partir de ese día, rompió la relación con su esposo, dejó a sus hijos al cuidado de los centros especializados, y se puso a trabajar, no sin muchas dificultades.

Con el tiempo, consiguió salir adelante, sus hijos están con ella. El rincón de pensar, lo sigue utilizando para todos, ella con sus dilemas, a sus hijos para que sepan utilizar la fuerza interior que todos poseemos, y que casi siempre ayuda a resolver los problemas que traiga la vida