Reportaxes

Mayos en Cabrera y Valdería para dar la bienvenida a la primavera

Las localidades de estas comarcas se orgullecen de mantener viva esta tradición que asoman en las calles y plazas

Cuentan que la tradición de los mayos se remonta a las antiguas civilizaciones de los fenicios y a los griegos que manifestaban su adoración a sus dioses y lo que estos significaban en fiestas conmemorativas de exaltación de acontecimientos que para aquellos hombres tenían trascendencia, tales como los cambios de estaciones. La fiesta mayumea fenicia exaltaba la primavera. Esas costumbres fueron asimiladas por nuevas civilizaciones prerromanas, como la astur. La festividad astur de Beltaine marcaba el comienzo de la temporada de verano pastoral cuando las manadas de ganado se llevaban hacia los pastos de verano y a las tierras de pasto de las montañas. De ahí la adoración de los fenómenos terrenales: tierra, mar y aire. Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender hogueras en las montañas y colinas con rituales y significados políticos.

Mayo en La Cuesta

Esta tradición fue asimilada por los romanos en su adoración y culto a multitud de dioses. También asimilaron esta tradición mayumea en honor de la llegada de la primavera y de las primeras flores del año, el día que corresponde con el actual primer día de mayo. Todo poblado romano tenía además de los dioses oficiales los propios autóctonos. En Hispania se adoraba a la diosa Bona Dea, también llamada Maya, Maia o Fauna, diosa de la fertilidad en la mitología romana con la que se celebraba la llegada de la primavera.

El Cristianismo ha asimilado multitud de fiestas paganas que se profesaban con anterioridad a su implantación en fiestas religiosas. Así, en relación con la Fiesta de Mayo, surgieron celebraciones como la Cruz de Mayo, reemplazando el tótem sagrado por el símbolo cristiano. Asimismo, en otras variantes, se identifica esta celebración con la introducción de la veneración a la Virgen María.

En un principio, los mozos la víspera del 1 de mayo se juntaban para buscar el árbol más alto del pueblo y pinarlo a las 12 de la noche entre risas y «xoldra». Con la evolución de la tradición, comenzó a colocarse un monigote en lo más alto, para dar lugar con el paso del tiempo, a la desaparición del culto arbóreo y dejar solo a los monigotes como personajes principales de esta tradición en muchos lugares de nuestras comarcas leonesas. Son estos personajes, los mayos, o el mayo y maya cuando son pareja los que saludan en cada barrio o en cada plaza de las localidades Los personajes se acompañan de un texto, que suele ir en verso, explicando la escena. Una tradición que se conserva y que cada primavera se asoma al mundo desde la Valdería y Cabrera.

Ruta de Mayos

Varios ayuntamientos, juntas vecinales y asociaciones de vecinos y culturales se unen para ir de la mano en la promoción de una ruta que recoge la tradición milenaria de los mayos. La ruta comienza en la localidad de la Bañeza donde se podrán ver hasta 7 mayos en las diferentes localizaciones de su casco urbano. En el mismo municipio tenemos otros museos como el Museo Alhajas en la Vía de la Plata, o como el Museo de la Alubia, situado en el mismo edificio donde se encuentra la sede del Consejo Regulador de la IGP Alubia de La Bañeza. Nuestro siguiente punto de la ruta es el municipio de Santa Elena de Jamúz, donde la tradición renovada de los mayos se convierte en puro arte y es una de las manifestaciones declaradas de Interés Turístico Provincial. Los vecinos de Santa Elena de Jamuz reciben el quinto mes del año sacando a la calle sus mayos, en varias localidades: Jiménez, Villanueva y Santa Elena. El recuerdo de oficios ya perdidos y de antiguos personajes conocidos en el municipio se completa con alusiones a temas de actualidad en estas propuestas a medio camino entre el arte y la tradición, que permanecerán expuestas al público hasta el día 31 de este mes. La variante establecida en el municipio de Santa Elena de Jamuz es la utilización del barro, siguiendo la secular tradición alfarera de este mismo lugar, para modelar distintas figuras o conjuntos escénicos. Es de resaltar la gran aceptación que estos mayos calificados como “artísticos”, han tenido en general entre la población del municipio extendiéndose incluso a otras localidades cercanas, suscitando una gran participación popular y dando origen a una competición entre los distintos barrios del mismo pueblo. También se da como hecho positivo el que algunas localidades del municipio, como es el caso de Santa Elena y Villanueva de Jamuz, además de incorporar los “mayos artísticos” mantengan al menos un “mayo” tradicional en la modalidad del “mayo monigote”, característico de esta zona otorgándole un nombre de raigambre popular.

Mayo y Maya en Castrocontrigo

Continuamos en dirección sur hasta la localidad de Castrocalbón para girar a la localidad de Felechares donde plantan su mayo árbol con monigote todos los años. Nos adentramos en el municipio de Castrocontrigo donde dos localidades y por este orden en el sentido de la ruta colocan sus mayos, Castrocontrigo y Torneros de la Valdería, cada uno de ellos con su particular mayo. La localidad de Castrocontrigo se encuentra íntimamente relacionada con la industria del chocolate. Así los hermanos Fernández continúan en la actualidad con la tradición heredada de su abuelo, un emigrante en Argentina, que regresó a su tierra con la idea de fabricar chocolate «a brazo». Esta fábrica de chocolate se lleva dedicando, a lo largo ya de tres generaciones, a elaboración artesanal de productos derivados del cacao, convirtiéndose en sinónimo de calidad en la industria chocolatera leonesa. Tal es la importancia y popularidad que ha venido teniendo esta industria, que en la localidad se ha construido un edificio que alberga un » Museo del Chocolate». En él, a parte de la diversa maquinaria tradicional, se encuentran con todo lujo de detalles las explicaciones sobre el proceso de elaboración del chocolate.

Una vez pasado Torneros de la Valdería siguiendo el curso del río Eria y en el kilómetro 13 de la carretera LE-126 nuestros pies pisan tierra cabreiresa, terreno muy montañoso y de bruscos contrastes entre cumbres que superan los 2.000 metros y valles con altitudes por debajo de los 500, entre las más bajas de la provincia. La Cabrera posee enclaves con paisajes peculiares, con valores naturalísticos, históricos, monumentales; lugares donde se funden lo natural, lo mágico y lo bello. El primero de los pueblos que mantienen la tradición del mayo es Quintanilla de Yuso, Quintaniella en cabreirés y que surge al lado derecho de la Carretera. Seguimos hacia Truchas, para visitar la última localidad de la ruta, La Cuesta, donde el mayo nos espera al lado de la casa de cultura. En esta localidad, donde los vecinos han conformado un museo agrícola por las ‘caleyas’ y en una antigua fragua, puede verse también un castro romano y un molino en perfecto estado, ambos señalizados desde el centro del pueblo.

Revista de antropología

La Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares acaba de publicar su primer número digital de la revista “Antropología y Tradiciones Populares”, en el cual se encuentra un interesantes artículo sobre los mayos en la provincia de León, escrito por el secretario de Promonumenta David Gustavo López.

Mayos en Torneros

Gustavo López escribe «La tradición del mayo, cuya razón podría responder a un remoto culto a los espíritus arbóreos, es coincidente en su celebración con el mes de la fecundidad y la renovación de la vida, del que precisamente toma su nombre. Su celebración estuvo muy extendida en la provincia de León, aunque a mediados del siglo XX vino a menos y ahora está resurgiendo nuevamente». Y añade «A diferencia de otras regiones donde la nota característica es la musicalización de esta fiesta, en León se mantiene con gran austeridad y se centra en su símbolo primigenio; eso sí, con distintas variantes, como las de ‘árbol de mayo’, ‘mayo monigote’ y ‘mayo viviente’».

De esta manera, en este primer número de la revista Antropología y tradiciones populares, el autor describe con detalle esas tres variantes de la celebración: en la parte oriental es más común el transporte y elevación o ‘pinado’ en la plaza u otro lugar destacado del pueblo de un gran árbol desbastado —salvo un penacho de hojas en la punta—, acompañado de cantos, rondas y, en algunos lugares, diversos sincretismos con el culto cristiano. Por otro lado está el ‘mayo monigote’, una modalidad similar al anterior, con la diferencia, afirma Gustavo López, «de que en el extremo superior del tronco, que suele ser de menor altura, se coloca un monigote de trapo que representa a un hombre (‘el mayo’) o a una mujer (‘la maya’)». Esta tradición que se extiende a lo largod e toda la provincia, Gustavo López señala la gran popularidad alcanzada por estas figuras, que en ciertos pueblos, especialmente en Jiménez de Jamuz y su entorno, se han convertido en cuidados conjuntos que recrean escenas costumbristas (los llamados «mayos artísticos»). Por último, también describe los ‘mayos vivientes’ que tienen en la Festa do Maio de Villafranca a sus mejores exponentes y que también se realizaba en Cabrera e incluye la derivación del ‘mayo misacantano’, que celebra la primera misa del cura que viene al pueblo.

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RevistaAntropologiaytradicionesweb

 

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