El seranu

Los nombres

Hubo un tiempo en que los recién nacidos, llevaban casi como una obligación los nombres de abuelos, padres o familiares. Daba igual que estuviesen vivos o fallecidos, se repetía el nombre en las generaciones siguientes y con más de uno o dos del mismo, si la familia era extensa.

Cuando se hablaba de Merenciana, podía ser la hija del hermano mayor, la del pequeño, o una de las hermanas.
Si se hablaba de Solutor, podía ser un nieto de una de las hijas o de más de uno de los varones. Repitiéndose el nombre en un determinado numero de descendientes.

Casi nunca se buscaban nombres que no perteneciesen a la estirpe, por que las normas así lo dictaban, aunque algunos al pronunciarlos ya no sonasen bien.

Si el abuelo se llamaba , Olindo, Epigmenio, Goncelio, Cepedano, o un largo etc, al pobre infante si era varón le caía el mismo, porque había que seguir la estirpe. Si era mujer y la abuela, mamá o tías se llamaban Saludina, Clermonda, Luzcarna y un sin fin así, a la pobre infante cuando fuese creciendo, ya podía prepararse para las burlas y guasas que le venía encima.

Que no decir, de Prospero, Finamor , Clarivel, Entrevino, Pacientina, Ilumina, Pascasia y un largo etc. No faltaban burlas que sus vecinos más cercanos y algunos de otros pueblos de manera grosera o más sutil, no tuviese coletilla.

Hoy en día esa costumbre se ha desarraigado un poco y los nombre son algo más normalitos, aunque no faltan los que vienen de otras culturas, que parecen hacerlos modernos, menos oídos, casi únicos.

En una familia de las miles de aldeas de nuestra tierra, unos padres primerizos no sabían que nombre poner a sus retoños. Si era niña, tanto el de una abuela, como el de la otra, no eran nombres que se considerasen lo mejor ese tiempo. Si era niño, la cosa traía cola, el padre quería el del suyo, la madre se inclinaba por el de su progenitor. En este tira y afloja, intervino un familiar de los de más edad, al que todos respetaban y zanjando la situación así dijo:
Si era hombre se llamaría: Marcelino, Juan, ou Ginio (Higinio).

Por el contrario si era mujer, se llamaría: Carmen y ando, ou Merites y acabouse.
Los padres no estaban muy de acuerdo con la solución, pero viniendo de un gran peso en la familia se aceptó.

En conclusión que como fue varón se quedó con el nombre de Marcelino. Para el siguiente ya se vería.