La vaqueira de la sierra de Vianzola (2ª parte)
Como os decía en el capítulo anterior, la condesa de Villafranca, venía todos los años con sus lacayos a visitar sus campos y cobrar sus minutas, me supongo que en especies pues dinero no lo había, pero fuere, como fuere ella se iba con las alforjas bien llenas.
Una vez cruzado el río sil en Villadepalos emprendía el camino hacia las Médulas, Yeres, Castroquilame y la subida a Robledo sobre Castro, desde allí y cruzando la sierra de Robledo se llegaba a campo das arcas, lo sé bien pues varias veces subí a llevar mis vacas a la sierra, seguíamos el camino hasta llegar a la mallada.
La condesa hacía el mismo recorrido, pero también visitaba los pueblos colindantes.
Un año de esos viajes, la aristócrata venía embarazada, de siete meses, pero ella era joven y fuerte y el camino ya lo conocía, pues desde muy jovencita había hecho ese viaje, así sin miedo lo empezó, después de darse una vuelta y buen cobro de sus alquileres de serranía, emprendió el viaje de vuelta para su fortaleza Berciana..,.
Pero el viaje no fue tan fácil como lo había sido otros años, y con el traqueteo del carruaje y los trotes en su lozana yegua, al llegar cerca de las Médulas la aristócrata se dio cuenta de que se le había adelantado el parto, que la cosa apremiaba y el bebé no podía esperar, y que por muy condesa que fuera tendría que parir en una casa humilde, pero llena de buena voluntad de las Médulas.
Así fue, con las mujeres mayores del pueblo expertas en aquellos menesteres, pues entonces todas las mujeres parían en sus casas ayudadas por las vecinas, o incluso en algún camino si el parto se adelantaba como le había pasado a la condesa.
Las vecinas del pueblo todos a la par se prestaron a ayudar a la aristócrata. Es de suponer la emoción de semejante momento, en aquellas aldeas que no pasaba ningún tipo de acontecimiento digno de mención, atender en el parto a una señora como aquella, aún hoy sería un motivo de comentario para una buena temporada, pero entonces tampoco había medios para que se enterara toda España jeje.
Las mujeres hicieron muy bien su trabajo, asistieron a la parturienta y al bebé que salió sano y perfecto.
Las vecinas de las Médulas la cuidaron con esmero durante un mes entero, pues era el tiempo que duraba entonces la recuperación de un parto.
Al cabo del mes la condesa con su bebé, emprendieron el camino hacía su casa. Pero dejándoles un buen legado, algo tan importante que compartió el pueblo de las Médulas con el pueblo de Yeres, que ni el paso de los años, ni los jueces han podido deshacer. El legado fue que la duquesa agradecida, por la entrega en sus cuidados y valor a sin dar tiempo a pedir ningún tipo de ayuda, ellas y sus experiencias se atrevieron a enfrentarse al parto con éxito.
La condesa bajo documento firmado y hecho por ella misma y su abogado privado, donó al pueblo todos los pastoreos de la sierra de Vianzola, en plan vitalicio por los tiempos de los tiempos, estando prohibida su explotación para ningún material minero, firmado la CONDESA. Seguiría la historia pues aún hay más.