El patrimonio educativo en piedra y ladrillo sin niños: el dilema de qué hacer con las antiguas escuelas rurales de León
La provincia leonesa está plagada de antiguos edificios que sirvieron para divulgar el conocimiento en el mundo rural y pueblos remotos como Soto de Sajambre o Lois, donde se construyeron edificios que se conservan todavía hoy en día dedicados a la cultura
La historia de la educación en la provincia de León está profundamente ligada a sus pueblos, donde durante siglos el acceso al conocimiento fue escaso, pero no por ello menos valioso. Uno de los hitos fundamentales en esta evolución fue la acción de la Fundación Sierra Pambley, que desde finales del siglo XIX impulsó escuelas innovadoras en localidades como Villablino. De esta forma, a pesar de que la provincia de León cuenta con pueblos remotos, como Soto de Sajambre (a espaldas de Picos de Europa), a los que la educación llegó hace siglos, contra todo pronóstico.
En los pueblos de la provincia se construyeron edificios para albergar escuelas, muchos de los cuales se encuentran en pie hoy en día, aunque destinados a usos diferentes. Durante mediados del siglo XIX, en la provincia de León llegó a haber más de 800 escuelas rurales, que fueron cerrando debido a la despoblación y las políticas de cierre de escuelas de la Junta de Castilla y León, que promueven la agrupación de niños en colegios. Tan solo en una década, entre 1980 y 1990, se cerraron el 80% de las escuelas rurales leonesas.
Recientemente, el Boletín de la Provincia de León ha hecho públicos los procesos de desafectación de las antiguas escuelas de localidades como Vega de Espinareda o Alija del Infantado, que dejarán de ser de titularidad pública y a las que se dará otro uso que todavía se desconoce formalmente. Algunos edificios de antiguas escuelas han permanecido vinculados a promover la cultura, cumpliendo con el objetivo principal por el que se construyeron en un primer momento.
Uno de los ejemplos más recientes es el de las antiguas escuelas de la localidad leonesa de San Martín de la Tercia, en el municipio de Villamanín, que durante el mes de abril ha acogido una exposición de arte urbano organizada por el colectivo León Jam y la asociación que lleva el nombre de la localidad. Durante una jornada, los muros de piedra de las antiguas escuelas revivieron con el arte urbano de varios jóvenes artistas, demostrando que la cultura siempre alcanza a los pueblos leoneses.
El origen de las escuelas rurales en la provincia de León
Si hay alguien que conoce el progreso de los edificios de las antiguas rurales de la provincia de León es Isabel Cantón Mayo, catedrática en Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de León, que señala que la primera escuela rural en la provincia leonesa de la que se tiene constancia data, ni más ni menos, que del año 1640, aunque no es posible conocer dónde se ubicaba: “En general los primeros datos de la existencia de escuelas en los pueblos leoneses se pueden rastrear en el Catastro de la Ensenada de entre los años 1749-1756. Pero entonces aparecen escuelas en pocos pueblos y se van generalizando en los datos recogidos en el Diccionario Madoz ya entre 1845 y 1850”, explica la catedrática.
“La mayoría de las escuelas existentes que hemos documentado en 4 libros sobre las zonas de La Cepeda, La Maragatería, La Valdería y Jamuz son edificios construidos en los primeros años del siglo XX, en la República y a raíz de la Ley de Construcciones Escolares en 1953”, detalla la catedrática.
A pesar del amplio número de escuelas rurales, hay numerosos pueblos en La Cepeda, en la Maragatería o en la zona de La Bañeza que no cuentan con edificio escolar. “Los más antiguos datan de finales del siglo XVIII y hay otros que se conservan de mediados del siglo XIX”, informa Cantón Mayo, que destaca las escuelas de la zona de la montaña leonesa, donde indianos, filántropos o bien benefactores donaron fondos para la construcción de escuelas.
Uno de ellos fue Félix de Martino, que dotó durante el siglo XX a la escuela del remoto Soto de Sajambre de un edificio y de material de laboratorio, libros, mapas, modelos y láminas que fueron enviadas desde las más afamadas imprentas de París. Allí ya enseñaba a 88 niños desde 1907 el maestro Leonardo Barriada. Hoy en día este edificio sirve de museo dedicado a la educación pionera de aquella época, inmortalizando aulas desde las que sus alumnos podían ver las montañas de Picos de Europa.
Hubo casos de escuelas privadas que se materializaron en otros pueblos de montaña en forma de preceptorías, que surgieron para tomar el testigo dejado por los poderosos monasterios leoneses una vez desaparecidos. Algunos ejemplos son Morgovejo, Vidanes, Valdavida u Otero de las Dueñas.
Entre ellos destaca el caso de Lois (en el municipio de Crémenes, cercano a Riaño y Picos de Europa), cuyo edificio, de titularidad municipal desde 2017, se identifica con una de las escuelas más antiguas de la provincia de León, fundada en 1740 por Jerónimo Rodríguez Castañón. Su importancia fue tal que durante sus dos siglos de vida fue conocida como ‘la Universidad de la Montaña’. La preceptoría se mantuvo activa hasta los años cincuenta, y desde entonces tuvo varios usos (siempre relacionados con la cultura), tales como teleclub, biblioteca y casa parroquial. El edificio estuvo incluido en la lista roja de Hispania Nostra, debido a su crítico estado de conservación, pero después de una restauración en el año 2021, su estado mejoró significativamente, entrando en la ‘lista verde’ de esta asociación.
“Los objetivos de todas ellas eran los mismos aunque con matices personales en cada caso: facilitar el acceso a la instrucción aplicada (que no a la cultura) como fase previa para ganarse la vida en ámbitos específicos”, explica la catedrática Cantón Mayo.
Unas escuelas que reflejaban su sociedad
Estos edificios -que en sus estudios Cantón Mayo ha llegado a clasificar en siete tipos distintos, según su arquitectura- reflejaban la realidad de la sociedad rural leonesa: “La escuela siempre ha sido un reflejo de la sociedad en la que se encuentra. Si la vida en los pueblos leoneses era de miseria y subsistencia, la de la escuela también”.
En muchos pueblos, donde no se pudieron construir escuelas, la educación llegaba desde los atrios de las iglesias, en cuadras o en “míseros caserones más parecidos a lugares para recoger las ovejas que para enseñar a los niños”, describe la catedrática.
“La metodología empleada era muy rigurosa y exigente con los niños: la ley del esfuerzo, la disciplina y los castigos físicos que penalizaban a quienes no aprendían o bien eran revoltosos en la clase, estaban a la orden del día”, explica Cantón Mayo, refiriéndose a una situación que iba más allá de las aulas rurales de la provincia leonesa: “Hasta bien entrados los años setenta del siglo XX la pedagogía derivada de la escolástica latina de ‘la letra con sangre entra’ daba la dimensión de la dificultad y el esfuerzo para aprender en las escuelas primarias leonesas y también españolas, y hasta europeas en general”,
El declive de la escuela rural
A pesar de las dificultades territoriales y sociales, en la provincia de León pudo llegar a haber un total de 807 escuelas rurales a mediados del siglo XIX. Unas cifras lideradas por el partido judicial de León (con 125 escuelas), seguido del de Sahagún y Ponferrada (88 escuelas en ambos partidos judiciales), Astorga (81) y Riaño, con 80 escuelas, a pesar de su ubicación.
En la actualidad las Escuelas rurales han ido cerrando por dos importantes decisiones políticas que detalla Cantón Mayo: “La primera fue la ley de Concentraciones Escolares de los años setenta y más tarde debido al Real Decreto 2731/1986, de 24 de diciembre, sobre constitución de Colegios Rurales Agrupados de Educación General Básica”, conocidos como CRA.
Para la catedrática de la Universidad de León, estas son dos soluciones opuestas: “En la primera viajaban los niños al centro escolar de concentración y en la segunda viajan los maestros a los pueblos para mantener en ellos las escuelas. Los inconvenientes de ambos modelos y sus pocas ventajas no pueden exponerse en poco tiempo”, asegura.
A todo ello hay que sumar otros dos motivos fundamentales de la extinción de la escuela rural leonesa: “Por una parte la emigración del campo a la ciudad que se produjo con el desarrollismo de los años ochenta y que llevó al inicio del vaciado de los pueblos que persiste en la actualidad, al no haber padres no hay niños para la escuela; por otra parte, el modelo de Centros Rurales Agrupados no siempre es factible para mantener la escuela del pueblo cuando los niños son menos de cuatro, según la Junta de Castilla y León”.
En qué se usan hoy en día las antiguas escuelas rurales de León
Ya se ha mencionado el museo-escuela de Soto de Sajambre, la casa parroquial de Lois o las antiguas escuelas de San Martín de la Tercia, que funcionan como Casa de Pueblo y Teleclub. Cantón Mayo quiere destacar también el caso de las antiguas escuelas de Morla de la Valdería: “cuya hermosa escuela estuvo en el punto de mira y finalmente ganó la opción de cuidarla y reformarla” o el Museo del Chocolate que ocupa las antiguas escuelas de Castrocontrigo.
Otros edificios han encontrado un destino un poco más alejado de la educación, como es el caso de Mansilla Mayor, cuyas antiguas escuelas están terminando las obras para el futuro albergue municipal. Otras han acabado siendo consultorio médico como es el caso de Gavilanes (localidad del municipio de Turcia) o bares.
Lamentablemente, en la provincia también existen casos de antiguas escuelas que han sido derruidas en localidades como Alcaidón, Torneros de la Valdería o Lagunas de Somoza. Otras, como la de Quintanilla de Flórez, peligran a día de hoy.
Las desafectaciones recientes anunciadas en el BOP de León durante el mes de abril, indican nuevos futuros para las antiguas escuelas de Vega de Espinareda o Alija del Infantado: “Como solución no es la óptima, porque en algunos casos se han construido viviendas, o se han derribado para aprovechar los solares. No es la solución, lo mejor es que una vez desafectadas conserven el uso cultural para el que fueron construidas”, valora Cantón Mayo.
La catedrática leonesa pone en valor el patrimonio que supone para la zona rural leonesa la existencia de estas escuelas, siempre que se mantengan vinculadas a la cultura: “La escuela es el lugar de la memoria de generaciones, es el patrimonio común de cada pueblo y en ella se guardan recuerdos, momentos, tradiciones y cultura que pasa de padres a hijos en un momento de vértigo por el paso del tiempo. Conservarla es dignificarla es resignificarla y es ser respetuoso con ese escaso patrimonio rural”, zanja Cantón Mayo.