El seranu

El molino

Y como tantas veces iba yo siendo moza al molino con aquel burro y sus alforjas cargadas para la molienda, muchas horas de trabajo para obtener aquella preciada harina que milagrosamente parecía salir de sus pesadas ruedas.

Aquel viejo molino de paredes de piedra, pizarras toscas y grandes ruedas que se movían lentamente gracias a la fuerza de las aguas que el propio río compartía a su paso.

Aquel molino pegado a la orilla y frente a él, su ponte de madera por la que pasaban ganados y vecinos al monte día tras día.
De todo aquel ir y venir de gentes pasaba él con su rebaño, delgado y de piel tostada por el aire de la sierra, siempre con una sonrisa y siempre con una palabra en la boca a la que yo pocas veces respondía.

Era pícaro, guapo y tenía ese no se qué… que no se puede explicar con palabras, yo en cambio ruborizada, enharinada hasta la cabeza pretendía siempre esconderme a su paso por esa vergüenza extraña que a esas edades nos acompaña.

Pero aquellas miradas, aquellas sonrisas cautivadoras, aquel aire chulesco, pronto se convirtieron en una ilusión de mozos, que yo siempre me encargaba de disimular pero que mis gestos y mi nerviosismo acababan por delatarme.

El siempre me buscaba, y siempre me encontraba, yo hacía por no verlo y él hacía por verme siempre y en aquel cortejo de idas y venidas y de miradas indiscretas me robó el primer beso.

Fue un beso robado, inesperado sin permiso, sin consentimiento, un beso fugaz, un beso inocente y puro pero al fin y al cabo un beso que marcó mi vida en aquel viejo molino de paredes de piedra y de toscas pizarras.

Hoy cuarenta años después hemos vuelto al viejo molino ahora en calma, y con la calma que da el paso del tiempo, sus paredes gruesas siguen ahí, sus pesadas ruedas ahora están inmóviles mientras su río sigue lento su curso acariciándolo, y frente a él, la ponte de madera, por la que apenas pasa nadie, como si el tiempo se hubiera detenido, como si nunca hubiera pasado nada… pero han pasado tantas cosas y tan deprisa…

Y en aquella soledad resurgen los recuerdos que se agolpan en mi mente, bailan los momentos pegados a mi vida que jamás se han olvidado, brotan de nuevo los sueños, las promesas que se escribieron en el alma ..y entonces él volvió a besarme.