Cuando se es joven
La luz que inunda la mañana, se ha teñido de un añil grisáceo, presagio de la lluvia que sin tardar mucho descargara.
Las articulaciones chirrían, y los músculos se tensan, provocandome un dolor agudo. Intento incorporarme, las tensiones y dolores campan por doquier.
Creía que podía, como a mis veinte años, pero ilusa, ya sobrepaso los sesenta. Todavía me creo con aquella energía, que mis años jóvenes me daba, para parar un tren o levantar el mundo si hacía falta.Hoy me queda, si, esa intención que en segundos se desinfla.
Planeo, todo lo que quiero hacer, a lo largo de la jornada como antaño, entonces no podía dar más de sí el día, pero no me cansaba y seguía.
Recuerdo días interminables, con un desgaste físico en el trabajo, luego en casa y si había fiesta, siempre estaba allí, sin dejar de seguir el ritmo de la música, saboreando hasta el último minuto.
Acostarse casi al alba, para levantarse en un par de horas, esas cosas que solo se hacen cuando la vida empuja y la juventud es un gran tesoro.
Nada se interpone delante, el miedo no existe, no se conoce. Los problemas, se minimizan, y el empuje que traen esos años, ayudan a no rendirse, a siempre estar con ganas de hacer algo nuevo, a vivir.
Cada jornada era una nueva oportunidad, algo único especial, nada era igual que ayer, o la hora anterior. Se desea alcanzar la mayoría de edad, ser adulto. Cuando eres un niño, en esos años parece estancarse el tiempo, no se mueve no sigue como se desea. Sin embargo al hacerse mayor pasan en un suspiro,casi sin poder saborearlos. Y cuanto más años cumplimos, ese tiempo se hace más veloz, imposible de alcanzarlo y menos de exprimirlo al máximo.
Al volver la vista atrás, esa época pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Antaño, los sexagenarios eran pocos y esos ancianos, hoy hemos ganado en calidad de vida, y los que sobrepasamos los sesenta, aún nos parece que podemos hacer muchas cosas aunque ya seamos mayores.
No sé los demás, pero yo, todavía me siento con fuerza y ganas, aunque con menos energía para intentar parar el tren y levantar el mundo, que en mi juventud, decía.
Se que soy mayor, como la mayoría de mi década, pero me resisto a hacer las cosas que se supone que debería, aún tengo deseos de aprender, de trabajar, de disfrutar, de vivir por todo lo que creo.
No se que me deparará la vida…pero si me permite seguir como hasta ahora, una buena memoria, y la mente abierta, no me dejaré arrastrar, por los cánones marcados. Tal vez,tenga que retroceder unos cuantos metros, para tomar aliento. Luego con toda la fuerza que me caracteriza como buena Aries que soy, me levantaré de nuevo y no dejaré que las circunstancias me arrastren, hasta que llegue el momento y no pueda más, y sea tiempo de arrojar la toalla.
Mientras estemos en esta vida, hay que vivir y saborear todo, incluso los malos momentos, pues esos son, los que nos dan grandes lecciones de vida.