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Truncar un sueño

Nació en una familia humilde, donde llegar a fin de mes era un reto, la matriarca se hartaba de cambiar, legumbres por pescado, el cabeza de familia, era herrero y los hermanos mayores, cuidaban el rebaño, aún así, las abundancias eran pocas en años de la posguerra.

Sin ser una mujer agraciada físicamente, poseía una alegría contagiosa y una fortaleza increíble. Además la vida la había dotado de una voz prodigiosa y una mente despierta, que memorizaba con suma facilidad.
No era extraño que con sus dones, aprendiese las canciones, de la época.

Tenía como oro en paño, en una descolorida carpeta, donde guardaba un montón de canciones y coplas, en un papel muy fino, de diversos colores, parecido al papel cebolla. Las tenía como un tesoro, para revisar y recordar, cuando la nostalgia aparecía en su vida, o cuando hacía de pastora antes de ir a aprender el oficio de costurera, en el taller de una reconocida modista de la zona.
Esos recuerdos que ella atesoraba, se perdieron, porque sus dos hijos pequeños para jugar, revolcaban y buscaban todo lo que no debían. En los momentos que ella se ausentaba, para cumplir sus labores, ellos, curiosos por naturaleza, no dejaban de explorar, en la pequeña casita donde vivían.

Tanto como cuidadora del ganado, como de camino al taller, solía entonar esas melodías. Los lugareños de los pueblos vecinos, cuando escuchaban cantar a la muchacha, se paraban asombrados por su preciosa voz.

Ella, trataba de poner empeño en lo de hacerse modista, aunque lo que realmente deseaba, era algo que por entonces era una deshora, «ser artista».
Su madre no quiso oír hablar del tema, aunque ayudas no le faltaron para presentarse a lo que hoy se llama un casting.
Incluso le llegaron ayudas monetarias, de un tío con buena posición en Cuba, que su madre con las mejor intención, supo guardar, truncando su sueño.
Personas que la conocieron y disfrutaron de sus canciones, recuerdan con cariño, lo felices que les hacía escuchar su linda voz . En más de una ocasión hablaban, que siendo pastores como ella o trabajado en el campo, el eco de su garganta del otro lado del valle les alegraba el día.

Lo de costurera tampoco dio sus frutos, pues viviendo en una aldea pequeña tenía poca demanda de trabajo, por lo que fue dejando el oficio, y no se preocupó de estar al día de las novedades que la moda exigía.

Se enfocó en su faceta de madre, siempre cuidando a los suyos, y trabajando con una energía inagotable, aunque recordaba con tristeza, no haber podido explotar ese don que la vida le había dado , su preciosa voz.

Tal vez ahora, en la otra orilla del camino… pueda hacer su sueño realidad.