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Santiago García Caraballo en la IX Feria del Llibru de Cabreira

Este 11 de octubre, este autor nos contará sus experiencias viajeras plasmadas en «Sáhara: la llamada del desierto»

Santiago García Caraballo ya nos visitó hace dos años en la feria del libro, trayendo el conocimiento que tiene de los mastines condensado en una obra magnífica. En esta ocasión, nos quiere mostrar un aspecto más lúdico de su vida: su viaje al Sáhara.

– Es la segunda ocasión en la que visita la feria del llibru de Cabreira, esta vez con una obra muy diferente… ¿Qué tipo de libro es «Sáhara: la llamada del desierto»?
Descubrí Truchas hace pocos años gracias a un amigo con el que he estado varias veces, pero fue hace dos años cuando tuve el honor de presentar otro libro, más centrado en el mundo de la ganadería. En esta ocasión he cambiado totalmente de tercio. Se trata de una serie de relatos sobre mis viajes por el Sáhara.
– ¿Cuál es el objetivo de este libro desde un punto de vista personal?
Narrar la experiencia que supuso recorrer el desierto, desde Marruecos hasta Egipto, con toda suerte de encuentros, percances y las aventuras que, inevitablemente, te van a suceder a cada paso.
-Parece que a través de esta lectura se quiere transmitir una visión idílica sobre el Sáhara, lugar acogedor para el visitante… ¿qué se destaca en el libro acerca de este aspecto?
Yo diría que, más que idílica, siempre sorprendente. El desierto es un lugar extremo en muchos sentidos, si te descuidas puede llegar a ser muy peligroso, y sus habitantes lo saben muy bien, llevan muchas generaciones adaptados a semejante medio hostil. El visitante debe siempre demostrar respeto a la cultura de estos habitantes, agradecimiento a su hospitalidad y en ningún caso creerse mejores que ellos. Nuestros teléfonos móviles nos brindarán sin duda la posibilidad de hacer unas fotos maravillosas capturando la belleza del paisaje, pero sin su ayuda no somos nada.
 
– El pueblo tuareg tiene fama de ser acogedor… sin embargo los bambara son mucho más desconocidos para el público llamado «occidental» ¿Cómo fue la experiencia con ellos?
Son dos culturas totalmente opuestas. Los tuareg son nómadas del desierto, gente humilde que te brindará su hospitalidad en el medio adverso, mientras que los bambara están más urbanizados, y aunque tienen una cultura muy peculiar, pueden resultar menos «exóticos» para el viajero occidental. La experiencia en todo caso también fue muy buena.
 
– Yo tengo una amiga que dice que viajar «cura muchos estereotipos/prejuicios» acerca de las culturas que no conocemos, pero que hay que viajar y visitar con consciencia. ¿Está de acuerdo? ¿Y cómo se hace esto en la era del «consumo rápido» de cualquier experiencia?
Totalmente de acuerdo con tu amiga. Viajar te permite vivir otras experiencias, pero no se debe hacer desde el prisma del turista que, cámara en mano, observa a la gente como el que recorre el zoológico. Es cierto que a veces te falta tiempo para vivirlo con más profundidad, pero la experiencia nunca será la misma.
-A pesar de no tener nada que ver con el Sáhara, nuestra comarca Cabreira, también conserva algo de misticismo y lugar poco conocido… ¿cuál es su experiencia al respecto?
Se puede establecer alguna analogía. Al igual que el desierto, zonas como Cabreira, de siempre escasamente poblada, ha podido salvaguardar en pueblos y aldeas una cultura atávica, lejos de la influencia de las zonas más urbanizadas, y en donde se han podido conservar mitos, leyendas y tradiciones que conforman la cultura de la zona. Si por un lado la despoblación le ha restado fuerza, por otro lado le ha permitido guardar su esencia.
– Por último, una pregunta sobre el mastín leonés, ese perro tan magnífico que ha acompañado a cabreireses durante tantos años en sus labores ganaderas… ¿cómo lo podemos recuperar si apenas hay ganadería extensiva?
El libro que presenté aquí hace dos años: De mastines, de ovejas y de lobos, trata precisamente de esa raza que admiro y que sigue jugando un papel fundamental en la protección del ganado. Aunque la ganadería extensiva esté en horas bajas, no va a desaparecer y la existencia del mastín leonés está asegurada.