Planes del Año Nuevo
Desde hacía tiempo Damián, no paraba de darle vueltas, a la idea que desde hace años le rondaba la cabeza.
Con cada Nuevo Año que comenzaba, él hacía un montón de planes que con el paso de los meses abandonaba siempre. Pensaba que ese año era el definitivo y que sus expectativas las iba a cumplir. Pero como la mayoría, al menor problema o revés , lo vamos abandonando.
El comienzo del último año, había sido catastrófico, tenía tantos planes, que llegada la primavera, ya había abandonado la mayoría, y otros dos con los que seguía estaba a punto de claudicar.
Por eso para el que en breve empezaría, se había prometido, hacer una o dos cosas y llevarlas al final. Con menos expectativas, igual salía mejor lo programado.
Esta vez pensaba firmemente llevarla a cabo, no dejaría que agoreros le estropease la idea y hacerle desistir. Se prometió dos cosas, bajar de peso y aprender las nuevas tecnologías.
Lo del peso, aunque difícil, creyó conseguirlo antes, y eso que la comida para él era un placer, en materia de informática tenía mucho miedo, era algo que se le atragantaba.
Los últimos días del año que acababa, se llenó a comer, pensando que una buena indigestión le ayudaría a detestar los alimentos, pero lo único que consiguió fue ganar dos kilos más.
Estaba decidido a conseguirlo, así que la primera semana, aunque deseaba picar entre horas se contuvo, y las cantidades del plato era mucho más raquíticas. La segunda semana, empezaba a tener hambre, y como comía lo estipulado, comenzó a estar irascible, y por todo se alteraba,
La tercera semana , ya ni sonreía estaba todo el día de mal humor, y encima no había perdido más que medio kilo. Empezó picando para estar menos alterado, y a los pocos días ya había ganado dos kilos más. Agotado de tanta dieta, solo tenía ganas de llorar. Por eso y por decir que lo conseguiría, se fue a un dietista y después de diversas pruebas comenzó la dieta.
Volvió a estar de un humor de perros, pero como deseaba perder unos diez kilos, intentó por todos los medios seguir.
Cuando llevaba unos meses, ya se había acostumbrado a la dieta y estaba mejor, vio con alivio que había perdido dos kilos, por lo que intentó hacer un poco de ejercicio, para ayudar y sentirse mejor. A los pocos días se dio cuenta que estaba más ágil y los pantalones le abrochaban mejor. Se sintió animado y ya no se quejaba, a pesar de que cada día soñaba con algún dulce, algo que para él era un placer.
Después de casi ocho meses bajaba más fácil de peso y estaba muy contento. Por ello también se apuntó a un curso de informática, prometiéndose terminarlo.
Los primeros días fueron para olvidar, su mente se negaba, a aceptar nuevos conceptos, y ese estrés le ayudó a quemar más grasa todavía. Pensar que tenía que asistir a clase le causaba escalofríos, pero animado por la bajada de peso siguió.
Los primeros meses fueron más de lo mismo, un estrés que en ocasiones, le hacía tener sudores fríos y palpitaciones.
Al comenzar el segundo trimestre, se fue adaptando, y aunque su mente ruda le costaba procesar, ya iba comprendiendo más.
Después de casi dos años, ha conseguido aprender conceptos básicos, con los que arreglarse, sin profundizar en nada.
Ya se da por satisfecho, al igual que su familia, sabe que no va para modelo, pero ha perdido quince kilos que no pensaba, y además es capaz, de llevar la contabilidad de su empresa, mandando escritos, guardando información precisa, haciendo videoconferencias, correos y bastantes cosas más, algo que antes le era impensable.
Damián sabía que no tenía una mente rápida, pero con practica todo puede conseguirse.
Cuando alguien dice que algo no puede hacer, Damián le suelta la chapa, y le dice:
Si un zoquete como yo pude, tú también, solo hace falta querer.