El seranu

Mi viaje a Tánger (1ª parte)

Allá por las primeras décadas de 1900 cuando ya olía todo a vientos de guerra, bien de Marruecos, también la guerra civil, o mundial y empezaban a reclutar los soldados para ir a los frentes. Mis dos tíos, Enemesio, y Máximo, hermanos de mi padre, pudieron conseguir el visado y marchar para Argentina, por mediación de un vecino que ya estaba allá. El cual le dijo acá se pasa mal, pero no tanto como ahí. Y pensando que así se verían libres de las guerras futuras, anunciadas.

Después de pensarlo bien, se decidieron a empezar su nueva aventura, por las tierras que había descubierto Cristóbal Colón.
Les dolía mucho el tener que tomar aquella dura decisión, pues dejaban aquí a los otros hermanos más pequeños, al cuidado de su padre.

La despedida fue muy triste para todos. Mi padre, el más pequeño, era un niño sin madre, pues apenas la había conocido, se quedó con su padre y una hermana mayor, que tenía 12 años.

Mal lo pasaron acá, tampoco lo pasaron mejor allá.
Los años fueron pasando lentos y muy duros, viviendo como pudieron.

Mi papá creció, se hizo un buen mozo, y le llegó el momento de ir al servicio militar, pero antes tenían que pasar por la medición de altura ( aquello de comprobar si daban la talla) para entonces ya sabían que los más altos los mandaban para África.

Mi papá tenía mucho miedo, pues la mili de entonces era 26 o 28 meses sin poder venir a casa, no había dinero para un viaje tan largo, ni los jefazos les daban permisos. Él estaba ayudando a criar a sus sobrinos..,que eran muy especiales para él.
Cuando se presentó en el lugar donde los median, poniendo una tabla en la pared, (se que ustedes amigos cabreireses lo recordarán perfectamente).

Bien, pues lo colocan debajo de la tabla y la iban levantando, al mismo tiempo que mi padre el pobre se iba encogiendo, pero, el cabo que le tocó tenía muy malas pulgas, y le decía, ! póngase derecho!!
Mi padre se estiraba un poco, pero no del todo, hasta que al final, dijo el militar. Ya está 1’88 más dos centímetros encogido 1’90.

Bueno, pues no hubo más remedio que marcharse para África, primer destino después de pasar por Melilla, fue a Tánger, Tetuán Sidi Ifni y por fin llegó a Ceuta, después de muchos meses y penurias, dejando allá los mejores meses de su vida, al final lo mandaron para casa..,cruzar el estrecho fue infernal, (no me extraña, éste año tuvieron que suspender el viaje por mal tiempo, con los ferris que hay hoy en día… ¿cómo sería en aquellos años 1926?

Mi padre me contaba la historia muchas veces cuando yo era pequeña y después también, yo le hice la promesa de que cruzaría el estrecho para hacerle un homenaje, cuando pudiera, aunque él estuviera ya en el cielo, ¡por ése motivo y por otro muy doloroso que os contaré en mi próximo escrito..! Pues habrá una segunda parte.

Hace unos días que fui tras los pasos de mi padre, aunque claro está que no fui a todos los lugares. Ya me hubiera gustado, pero es muy pesado el viaje para mi, que por mil motivos, no pude haberlo hecho antes.., pero las promesas aunque sea tarde hay que cumplirlas, y yo soy una persona que me gusta hacerlo, siempre que pueda, han pasado algunos años pero al final crucé el charco.

Éste capítulo va por ti papá, por todo lo que viviste en unos tiempos convulsos, pero que tú conseguiste superar y yo también.