El seranu

Largos silencios

Todos hablaban de aquellos largos silencios, donde observaba todo sin decir nada, pocas veces se aventuraba a contradecir opiniones, callaba y escuchaba, guardando para si, todo lo que su mente sabía. Era mejor escuchar y observar, se sacaba mejor partido de todo, pensaba…

Desde muy pequeña, debido al hecho de ser mujer y para colmo la última de cinco hermanos varones, nunca fue tenida en cuenta. La matriarca debido a la educación de la época tampoco se esforzó por que ella contase para todos. Ninguno de sus hermanos fue cómplices de sus juegos, más bien era la criada de la mayoría, aunque ella llevaba a cabo con disposición y diligencia sin quejarse de nada. Pasaba la mayor parte del tiempo sin hablar con nadie, absorta en conocer sus defectos y virtudes, en definitiva buscándose a si misma. Sus familiares pensaban que se le había olvidado hablar, pero ella viendo que como tantas mujeres era relegadas a lo que dictaba una sociedad machista, siguió como siempre, sonriendo cuando le hablaban, y cuando no era reclamada seguía observando, callando y guardando lo que podía aportarle una visión más amplia de lo que ella creía.

A sus hermanos mayores, se les dejaba la libertad que en aquellos tiempos había. Unos se fueron buscando un mejor futuro, otros formaron una familia, dos de los más pequeños, tuvieron acceso a una educación universitaria, sacando el pequeño una carrera. A ella solo se le permitió ir a la escuela, para sacar lo básico, ya que su progenitor era de los que opinaban que estudiar a las hijas era tirar el dinero, pues con traer hijos al mundo estaba hecha su labor, y eso que ella adoraba los libros y el saber en la vida. Después de haber sido obligada a casarse con un buen partido, como decían los suyos, al que no amaba, su convivencia no fue buena, aunque ella nunca decía nada, continuaba con sus obligaciones, y con sus largos silencios, tan solo observando lo que a su alrededor ocurría. Esa falta de amor, y muy poco de empatía hizo que su esposo, la abandonase por otra, algo que no le causó un gran dolor, solo el rechazo de los suyos por no saber retener al marido en casa. Todos se fueron, solo ella permanecía en la casa familiar cuidando de sus progenitores, algo que consideraba un deber y obligación, no por lo mucho que se hubiesen preocupado por ella.
Ahora, en el declive de sus progenitores y sin el control férreo de sus hermanos primero, y de su marido luego, sisando del presupuesto para las necesidades básicas del hogar, se apuntó a cursos a distancia, esforzándose, mientras los demás se abandonaban al descanso, ella seguía con los codos apretados, hasta altas horas, quedándose en más de una ocasión dormida encima de sus libros.

Cuando sus padres se fueron, tomó la decisión de buscar un trabajo, alejado de su lugar de origen, y con unas condiciones de acuerdo a su formación. Después de prepararse arduamente en todo lo concerniente a la una alimentación sana y hacerse una experta en dietética, logró que le ofreciesen una oportunidad que no desechó y en pocos años, era ella la que abría una clínica para tal fin, sintiendo una satisfacción personal que nunca antes había sentido.

Desde que empezó a trabajar, ya era capaz de mantener conversaciones fluidas con sus clientes, aunque después de tantos años observando y callando en sus relaciones más personales, solía observar y callar, adentrándose más en si misma y descubriendo las capacidades que se ocultan allá en el lo más profundo de cada ser humano. Descubrió que todo el amor que no se dio a si misma en otros tiempos, ahora era su prioridad, también descubrió que ya no tenía miedo a la soledad, que sentía feliz con su persona, a pesar de fallos y errores cometidos. Todo sabía que eran oportunidades para mejorar y avanzar en la vida. Cuando el trabajo se lo permitía visitaba lugares que deseaba conocer, disfrutó de grandes y pequeños momentos, ávida de vivir lo que antaño, solo había sido seguir por pura rutina, ahora cada pequeña oportunidad era vivida como si fuese lo último en la vida.

Sus hermanos acudieron a ella en pocas ocasiones, y en esas pocas solo fue para pedirle y exigirle, algo a lo que ella se negó tajante, pero dejo la puerta abierta a una relación cordial, que a ellos no le interesaba.

A pesar de todos sus logros, sigue gustándole observar, y mantener esos largos silencios, donde realmente se escucha lo que de verdad importa. Donde sin hablar mantiene largas conversaciones con su más profundo yo. No es difícil verla, sentada en un lugar apartado del bullicio, observando y escuchando, sin hablar si no es preguntada.