El seranu

Al atardecer de la vida

Cuando el camino de subida se ha hecho, llega el momento para descansar y llevar un rodamiento más o menos estable, con algún obstáculo, pero se va llaneando y remontado las vicisitudes que llegan a cada uno.

Es verdad, que no todos tienen la misma vida, algunos parecen haber nacido de pié, mientras otros, la mayoría tiene sobresaltos , en determinadas etapas que hay que saber torear. Luego está otro grupo, que parece que todo les sale fatal, por más que lo intenten, no salen del pozo.
Pero lo que si le sucede a todos, es que cuando el camino está ya, tres cuartas partes andado, la recta con vaivenes del sendero, se acelera y comienza a descender, apresurandose al final, para en los últimos tramos ir en picado.

En las primeras etapas, se suele escuchar y hacer caso de lo que los demás opinan, no siendo en la edad difícil de la adolescencia, donde se suele llevar la contraria a todo, por sentirse incomprendido, por uno mismo y por el resto del mundo. Unos años complicados, que son los que marcarán, cada personalidad.
Luego,se suele dar el para bien a todo, para que no sepan lo que se piensa, y pocas veces interesa discutir, ni sacar las ideas que se tienen, por qué al fin; cada uno pide para sí.
En la desescalada del sendero, ya no preocupa lo que los demás piensen, se actúa por principios y por lo que se siente. No importa, si alguien es de la misma opinión, cada uno dice la suya, incluso a sabiendas de que esa forma de ver la vida, sea una crítica de los demás.

La apariencia, es lo que menos importa, aquello que en los veinte años primeros, era primordial. Ahora en esa etapa, próxima al final, todas las cosas que antes era importantes, han quedado en cosas insulsas, unas minucias. Lo que realmente se hace es lo que el corazón dicte, tanto para bien como para mal.
La sabiduría adquirida, a lo largo de una vida da el privilegio, de hacer lo que plazca, sin tener que dar explicaciones, ya que una gran parte de la sociedad, cree que esa persona mayor, algunas veces divaga y chochea, siendo una ventaja para no tener que dar explicaciones, algo que no importa. En ocasiones, es verdad, que la mente juega malas pasadas, pero en la mayoría de los casos, es mejor que piensen lo que quieran y actuar como se desea, siempre y cuando sin hacer daño a nadie, pero sin permitir que decidan por ellos.

Cuando el ocaso se impone, y el atardecer se acelera, es tiempo de pensar en uno mismo, algo que se fue aparcando para darse a los demás, y cuantas veces esas dádivas, fueron mal interpretadas, o criticadas sin conocer de donde procedían, incluso sin conocer como el dador pensaba, o sentía.
En ese ahora es tiempo de pensar en uno mismo, ya que los demás no lo harán.
Además la mayoría de las veces, nadie escucha, pensando que esa opinión venida de una vida acabada, no sabe de lo que habla , ni lo que se lleva en ese momento, y no le falta verdad, pero como siempre, está cargada de sabiduría.