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Cabrera, protagonista del premio Mingote

El fotógrafo Jesús Fernández Salvadores, galardonado por su instantánea «El infierno provocado», recogió el premio este fin de semana tras un discurso dedicado a la comarca

El fotóperiodista Jesús Fernández Salvadores de el Diario de León recogió este fin de semana el premio por su fotografía «El infierno provocado» realizada durante el incendio que asoló Cabrera en agosto de 2017. La gran protagonista de la instantánea es Doña Celina, una mujer en cuyo rostro se entremezclan la sorpresa y el temor; y que se lleva las manos a la cara como si no pudiese creer lo que está ocurriendo. La razón del azoramiento de la señora no está lejos. Tan solo a unos metros de distancia de donde se encuentra mirando a la cámara de Fernández se levanta un amenazador telón de humo y fuego.

Fernánde Salvadores durante la entrega del premio frente a sus majestades los reyes de España quiso «dejar constancia y dar voz a los que casi nunca la tienen, para ser testigos de lo que ocurre, de sus inquietudes y problemas» y reivindicó el olvido que las administraciones hacen de la comarca y también de la despoblación del mundo rural. Mientras tanto el Rey Felipe VI afirmó que «en agosto de 2017 se produjeron unos terribles incendios forestales en dos pequeñas poblaciones del Oeste de León. Se vivieron escenas angustiosas. La cámara de Jesús captó una de ellas: la perplejidad azorada de una mujer rodeada por un telón de humo y fuego. Una fotografía que transmite la provisionalidad de la condición humana y que ha merecido el Premio Mingote» a lo que añade que «Al felicitarte, por esa visión, esa agudeza y sensibilidad, no dejamos de recordar a tantos que, especialmente en Galicia, León y Asturias, pero también y tan trágicamente en nuestra vecina Portugal, sufrieron aquella oleada de fuego y destrucción».

Aquí el discurso íntegro de Jesús Fernández Salvadores:

Buenas noches,

Desde La Cabrera el mundo se ve demasiado lejano. La Cabrera siempre ha estado olvidada incluso para sus habitantes, en una tierra yerma, difícil y llena de unos corazones que pretenden huir del olvido. A su poca fertilidad, se le ha unido lo mismo que a muchas otras regiones del interior, lo que se ha venido a llamar la despoblación o España Vacía y que últimamente se ha vuelto a poner de moda entre la gente de las ciudades.

Bien lo sabe Doña Celina, protagonista de la fotografía, que con 88 años, y después del incendio provocado que arrasó 12.000 hectáreas de los montes donde jugaba en su infancia, ahora sonríe en la residencia para ancianos donde vive, recordando la dura vida que llevó y que su memoria aún nos regala para que la historia de nuestros predecesores no caiga en el olvido. Al menos eso les debemos a quienes nos han dejado este hermoso planeta y que nosotros tenemos la obligación de cuidarlo como ellos lo hicieron.

Señores, señoras, los pueblos se están muriendo, y con ellos toda la sabiduría que sus habitantes han atesorado con tanto esfuerzo y dignidad a través de los siglos. El turismo de fin de semana no es suficiente futuro para ellos.

Los incendios son uno de los muchos síntomas que nos demuestran que la desconexión y el olvido de lo rural no solamente han llegado a pueblos pequeños y recónditos, sino que cabeceras de comarca están dando las últimas bocanadas antes de que se cierren sus escuelas por falta de niños.

No se puede entender una sociedad sin abuelos, sin personas mayores, así como no se puede entender una sociedad sin pueblos, sin agricultores y ganaderos, sin los hijos de éstos que, aunque estudien y se marchen a trabajar fuera, cuando crezcan ellos recordarán y sabrán cómo se cultiva la tierra para poder subsistir incluso en épocas de crisis económicas, porque la memoria sólo puede borrarla el Alzheimer o la desidia.

Para dejar constancia de este mundo que se nos va, que está a punto de convertirse tan sólo en un recuerdo, trabajamos día a día los fotógrafos y periodistas en las distintas regiones de este país, de norte a sur y de este a oeste; para dejar constancia y dar voz a los que casi nunca la tienen, para ser testigos de lo que ocurre, de sus inquietudes y problemas, para demostrar que hay mundos hermosos y también dramáticos más allá del asfalto.

En este sentido, en mayo de este mismo año, más de 500 fotoperiodistas españoles hemos firmado una carta pública denunciando la precariedad de la profesión, donde se deja constancia del valor de la fotografía de prensa, de su utilidad informativa, de su credibilidad y de la responsabilidad y calidad que los profesionales aportamos a esta tarea. Por eso quiero agradecer al periódico ABC y a sus responsables que en estos tiempos tan difíciles para nosotros, en los que casi somos ya una especie en extinción, sigan apostando por este premio Mingote, que reconoce la labor de estos profesionales. Prometo llevarlo con orgullo, alegría y responsabilidad.

Fotografía premiada. Jesús Fernández Salvadores

 

 

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