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La pizarra se pone en valor como turismo industrial en Carballeda

Carballeda de Valdeorras llama la atención de los viajeros que pisan esta tierra por primera vez. Su paisaje negro azulado en una parte de su territorio, dibujado por la pizarra, resulta tan desconcertante como sorprendente. Este retablo, resultado de las abundantes explotaciones a cielo abierto de esta roca natural que habita en sus entrañas, de las que se extrae la mayor parte de la producción mundial —que viaja y se exporta a todo el Planeta—, abre paso a un nuevo concepto de turismo industrial. Aquí es posible vivir una experiencia que no es posible en ningún otro lugar.

Visitar una cantera, visualizar el laborioso proceso de elaboración de la pizarra (extracción, corte, labrado y selección), conocer su fábricas, asomarse a miradores de alguna cantera, adentrarse en las explotaciones o acercarse hasta los lagos que se formaron en antiguas canteras de Casaio, donde el verde esmeralda esboza un espectacular contraste con la pizarra, son una alternativa que empieza a ser elegida por los visitantes.

Además, es posible adentrarse en la mina subterránea más grande del mundo de pizarra, conocida como A Fraguiña, cuyas dimensiones impresionan, toda una obra de ingeniería que ha llegado a ser calificada como «la catedral subterránea» con kilómetros de galerías perforadas bajo tierra y cámaras que alcanzan una profundidad media de 75 metros.

El turismo industrial en Carballeda de Valdeorras se perfecciona además con un proyecto, ya en marcha, que pondrá en valor los lagos o lagunas artificiales formadas en antiguas explotaciones de Casaio, donde habrá museo, actividades y merenderos que posibilitarán disfrutar de un entorno incomparable.

Aún cuando el turismo industrial asociado a la pizarra está en plena fase de expansión, no es nuevo, existió siempre, dicen los empresarios de pizarra del sector, recordando que fue en la década de los años 90 cuando tuvieron su mayor apogeo. Entonces, ya se podía considerar turismo por una razón: El paso continuo de profesionales distintos ámbitos hacia las canteras, como arquitectos, trabajadores, aparejadores, comerciales, transportistas, procedentes de muchas partes del mundo, y la repercusión económica en Carballeda y Valdeorras, especialmente en el campo de la hostelería.

El presente y pasado minero es un valor en alza en Carballeda, donde ya existió otro tipo de «oro negro» durante la segunda guerra mundial, el wolframio que se extraía de la mina de Valborraz (Casaio), y que tenía como destino Alemania para la fabricación de munición y maquinaria de combate. Una historia que suma en sus turísticos.

Naturaleza

Carballeda tiene también extraordinarios recursos naturales, como O Teixadal, el espectacular bosque de tejos milenario, único en Europa, que se conserva en Casaio. Cuenta con más de 400 ejemplares. Abarca dos hectáreas y está situado a una altitud de entre 1.000 y 1700 metros. También hay otras especies como robles, acebos y avellanos.El municipio también forma parte de Pena Trevinca (el pico más alto de Galicia). Dos «tesoros» que constituyen otro «pulmón verde» de Valdeorras.

La Fonte da Cova es uno de los parajes, con hotel incluido, dignos de visitar. Situado en la ladera de Pena Trevinca es paso obligado para todos los que realizan rutas de senderismo a Peña Trevinca, al Picón y el Teixadal.

El Camino de Invierno

Carballeda es paso del Camino de Invierno, donde los peregrinos se rinden a la belleza del paisaje, que proporciona una conexión muy especial con el entorno. En su trazado, se puede contemplar su patrimonio natural y la arquitectura rural, además de contar con mobiliario como bancos y señalización de los recursos en pizarra. Basta recorrer un tramo para disfrutarlo, por ejemplo, el situado entre Pumares y Sobradelo, que atraviesa el pueblo abandonado de Nogueiras, se visualiza la vía férrea, alguna fábrica de pizarra, cascadas de agua y mucha vegetación.

Patrimonio

La primera parada para conocer Carballeda es su capitalidad, Sobradelo, localidad dividida en dos barrios conectados por un puente de siete arcos, el denominado Ponte Nova. Es su gran monumento. Fue construido en el siglo XVII. En 1809 cuando, a raíz de la Guerra de la Independencia, el Abad de Casaio, Juan Ramón Quiroga, mandó derribar la destrucción del arco principal del puente para dificultar la entrada de las tropas francesas. El 25 de mayo de 1822 fue restaurado. Hoy luce en su máximo esplendor, también por la noche, pues incorporó iluminación nocturna recientemente.

La presencia romana en Valdeorras también dejó estampada su huella en Carballeda, con restos A Pontóriga, a dos kilómetros de Sobradelo, que forma parte de las Vía Nova (Astorga-Braga), entre otros.

De gran relevancia arqueológica son también las pinturas esquemáticas prehistóricas del paraje de Pala de Cabras, en Casaio, descubiertas recientemente y que, según estudios científicos, pudo haber estado ocupado hace siete milenios.

Carballeda es una tierra de contrastes que ofrece mucho qué ver y sentir.