Reivindican la figura del relojero Losada pidiendo que le dediquen una calle en Madrid
José Manuel Rodríguez Conejero, o más bien José Rodríguez Losada, natural de Iruela, dedicó una parte de su vida en defensa del liberalismo y más de la mitad en diseñar y crear el reloj perfecto, porque cuando se cree en algo, se convierte en realidad.
Hasta aquí mucha de la historiografía sobre el relojero Losada, carece de rigor histórico, está llena de exageraciones, medias verdades, incluso de leyendas. Sus autores únicamente interesados en resaltar el heroísmo de un cabreirés a base de hechos y noticias difíciles de creer.
El relojero Losada es más grande por lo que no sabemos que por lo que de él se ha escrito. Muchas veces parece más creíble la leyenda sin consistencia, que una explicación sencilla y veraz como la planteada en este libro. Creador del reloj más famoso, el de la Puerta del Sol, no tiene aún calle o plaza en Madrid a pesar de que la propuesta realizada al Ayuntamiento de la capital lleva años sobre la mesa, demandado por familiares y admiradores del relojero de Iruela. Y lo van a reivindicar hoy viernes 17 de enero, en un acto literario a modo de presentación del libro Relojero Losada (Péndula Ediciones), precisamente, en el edificio donde está su célebre carillón, la Real Casa de Correos, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. A las 18.00 horas, Marcelino González López, descendiente de Losada, y Francisco Javier Álvarez Prada, maestro de Castroquilame e investigador infatigable del relojero, presentan la segunda edición de su libro Relojero Losada, un texto que pone en solfa mucha de la historiografía sobre el mítico personaje leonés, por falta de rigor histórico. Según los autores, la peripecia vital de Losada «está llena de exageraciones, medias verdades, incluso de leyendas». Ellos sostienen que el relojero Losada es más grande por lo que no sabemos que por lo que de él se ha escrito. Al acto acudirá el jefe de mantenimiento del reloj, Jesús Terradas, quien lo mostrará por dentro al día siguiente.
Se calcula que 6.000 relojes llevan su firma, auténticas joyas por las que se pagan fortunas. Miguel Rodríguez y María Conejero, casados en 1796, pusieron de nombre José al hijo que tuvieron el 7 de mayo de 1797; y, al siguiente, nacido en 1799, Manuel. El primogénito fallecería a los tres años. El 19 de marzo de 1801 consta en los libros parroquiales de Iruela el bautismo de José Manuel Rodríguez Conejero. Probablemente, el relojero utilizó la identidad del hermano muerto para adelantar su emancipación e ingresar en el ejército, donde habría logrado el grado de oficial siendo aún menor de edad.