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La gestión del agua y la amenaza en Cabreira de la macroganadería

Cientos de pueblos y plataformas de todas las provincias de España se organizan contra la proliferación de estas enormes instalaciones  donde se crían y engordan a miles de animales con consecuencias nefastas para el medio ambiente, la salud pública y el bienestar animal

Una simple búsqueda es suficiente para hacerse una idea de la magnitud del problema. Otra manera de especulación vendida como progreso, que alimenta la economía global y perjudica las zonas rurales. Bajo la excusa del empleo y el dinero que deja el alquiler de terrenos a las juntas, grandes corporaciones invierten capital en proyectos que además están subvencionados y obtienen grandes beneficios mientras agotan los recursos acuíferos de las zonas donde se instalan.  Para cubrir su huella suelen poner al frente a empresarios locales,  escondiéndose bajo otras figuras legislativas y políticas.

¿De donde sale todo ese dinero?

La carne, se ha convertido en un recurso global con su valor de cotización y titánicos movimientos de dinero. Según va cambiando la normativa local de gestión de residuos, estas empresas van mudando sus explotaciones a otras zonas rurales con leyes desfasadas. La normativa de la gestión de residuos en Castilla y León no ha cambiado desde hace más de una década, dejando algunas zonas vulnerables a esta nueva forma de especulación.

 

 Ahí es donde empieza la amenaza a nuestros territorios.

Estas macroinstalaciones están completamente automatizadas y consumen grandes cantidades de agua, la misma que más tarde desechan contaminando acuíferos y agotando otros en todo este proceso.

En estos purines , además de desechos orgánicos y restos de animales licuados, se encuentran productos químicos como amoniaco, cobre, nitritos, que se van acumulando en las capas del terreno y se esparcen a través de los acuíferos. Por si esto no fuera suficiente atentado, los niveles de nitrato, hormonas y antibióticos se encargan de alterar gravemente el ecosistema local , llegando a perjudicar a la salud pública. Los malos olores son característicos de estas zonas, impidiendo fijar población.

 

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Las empresas de tratamientos, pertenecientes a los mismos empresarios, empeoran aún más el problema, esparciendo purines contaminados en cultivos de productos para el consumo humano. Los efectos de hormonas y antibióticos en nuestra alimentación generan cambios en nuestro metabolismo que nos hacen mucho más vulnerables y propensos a desarrollar otras enfermedades.

Algunos proyectos como el geoparque de Granada, se han visto afectados seriamente por estas corporaciones que no respetan la salud de las personas ni la economía local. Otros casos en Cuenca y Zamora nos muestran las consecuencias de años de funcionamiento de estas explotaciones. En Cataluña se inició esta ola de proyectos y muchas zonas han renovado la legislación para impedir que se vuelvan a repetir los mismos errores.

Mientras tanto, los ganaderos locales ven mermados sus derechos y no se  les reconoce aun la labor que hacen contribuyendo a la economía local y cuidando del monte.

Otra amenaza más, como la burbuja de la transición energética, que acecha las comarcas rurales y que requiere un espíritu crítico y constructivo. El tejido social generado en respuesta a los macroproyectos deberá ser el escudo que proteja estas zonas de la especulación y encargarse de implementar un desarrollo sostenible y fijar población.

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